Aunque directamente no se ha visibilizado la bronca, detalles como no cruzarse para visitar al padre en la Diroes dicen mucho.  (Foto: César Fajardo/Perú21)
Aunque directamente no se ha visibilizado la bronca, detalles como no cruzarse para visitar al padre en la Diroes dicen mucho. (Foto: César Fajardo/Perú21)
Juan Carlos Tafur

La última vez que dos hermanos se enfrentaron abiertamente por querer gobernar el Perú, uno terminó siendo arrojado al río y el otro fue ejecutado por Francisco Pizarro”, escribió el historiador José Ragas, a propósito de la disputa entre y su hermano .

Sin llegar a tan sanguinarias premoniciones, el conflicto es indisimulable. Luego de conocido el sometimiento a disciplina del menor de la dinastía, se despejaron las dudas respecto de si las desavenencias públicas expresadas por Kenji no eran más que una estrategia para mostrar dos presuntas alas fujimoristas que a la postre iría a concluir con la paz entre ambos y el fortalecimiento global de .

Si se añade la reacción de los principales cuadros y voceros naranjas (Becerril, Salaverry, Alcorta, Bartra, Galarreta, etc.), queda claro que la bronca va en serio, aun cuando sea improbable esperar una expulsión de Kenji (someterlo a disciplina habría apuntado más bien a sacarlo de carrera hacia la Presidencia del Congreso).

Ya ha ocurrido, al interior del partido –en las reuniones de bancada de los martes–, que varios congresistas lo han reprendido duramente sin que su hermana Keiko moderase o interrumpiese el apanado y resulta difícil pensar que ella no da la venia, al menos, para los ataques en su contra.

Directamente no ha habido hasta el momento pelea entre ellos, pero resulta significativo que, en la última visita dominical de la lideresa de Fuerza Popular a su padre en el local de la Diroes, Kenji no se haya hecho presente. Al parecer, los vientos tempestuosos se veían venir.

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