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(Foto: Elías Alfageme)

"Muchas veces falta la comida/ aquí en la mesa/ gente que se mata/ por culpa de una y mil tristezas/ Le pido a Jesucristo que la fe siempre engrandezca/ y que me de lo necesario pues yo no quiero riqueza…”. Ricardo Denegri rapea frente a los turistas que llegan a su barrio como nunca antes. Tiene 18 años, trabaja como mozo en una pizzería, pero su vocación musical es indestructible. Después del trabajo, cargaba un parlantito y un micrófono e improvisaba rimas para cantarles a los visitantes a su barrio de Castilla, que empezaba entonces a conocerse como . Apenas tres años después de aquel momento, Ricardo se ha convertido en el primer artista fichado por el nuevo sello Monumental Music, ha grabado tres temas que serán parte del compilado On Fire, primer disco que editarán, y sigue sorprendiendo a propios y extraños con su capacidad de improvisación en el freestyle.

“Me están haciendo crecer demasiado”, nos dice con una sonrisa nerviosa. Ricardo creció con la música de Los Aldeanos o Héctor Lavoe que era escuchada en cada rincón de Castilla, Miller, San Martín, Necochea, Gálvez, Libertad o Salaverry, que, más que las calles de su barrio, parecen invocaciones de un recorrido hirviente por la historia del Perú y del Callao mismo.

Frente al mar de Gálvez o Grau, una épica contemporánea se apodera de las canciones de jóvenes de distintos barrios chalacos, que ya no enfrentan piratas, bucaneros, corsarios, españoles o chilenos, sino a los propios demonios que caminan entre ellos.

‘Salsa’ los conoce bastante bien. Nacido como Alexis Villanueva hace 38 años, no solo es responsable de confiar en el talento de Ricardo o de la idea del estudio propio para las jóvenes promesas musicales del distrito, sino que fue clave en el vínculo entre Monumental Callao y el barrio de Castilla, donde se ubica la Casa Fugaz, corazón de una iniciativa cultural completamente alejada del concepto de gentrificación –que desplaza– y que, por el contrario, se define por ser inclusiva.

“Yo vine a pintar a tres personas que habían sido asesinadas. Ese acercamiento me hizo tener la confianza para proponerles a los líderes de aquí este proyecto, que es una esperanza para jóvenes desocupados”, nos dice este multifacético artista que también pasó un tiempo en Lurigancho. La reinserción y la inclusión son caminos por los que él mismo ha transitado. “Aquí tenemos cantantes de diferentes barrios como Castilla, Chacaritas, los Barracones, Carrillo, Puerto Nuevo, Bellavista, Sáenz Peña, Corongo, la 14 de Botterín y de muchos otros barrios. Al abrirles las puertas, no solo estamos ganando un cantante, sino tal vez salvando una vida”.

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