Pedro Pablo Kuczynski y sus ministros se vacunan contra la influenza en marzo de este año. En su discurso el pasado 28 de julio, el presidente indicó que en 2017 se administraron 6,5 millones de vacunas contra este virus. (Foto: USI)
Pedro Pablo Kuczynski y sus ministros se vacunan contra la influenza en marzo de este año. En su discurso el pasado 28 de julio, el presidente indicó que en 2017 se administraron 6,5 millones de vacunas contra este virus. (Foto: USI)

“Que todo niño tenga acceso al control de su salud y a su vacunación completa”, dijo en su discurso por Fiestas Patrias. Miles de padres en el Perú, sin embargo, están eligiendo tomar el camino contrario. El movimiento antivacunas es basado en una investigación fraudulenta, realizada por el ex cirujano inglés Andrew Wakefield

Wakefiled es un médico británico que publicó en 1998 una investigación donde indicaba la existencia de un vínculo entre el autismo y la vacuna MMR (sarampión, paperas y rubéola; SPR en español). En 2010 se confirmó que su teoría era falsa y su licencia para ejercer la medicina fue revocada por el Consejo Médico General de su país natal. Siete años después de eso, Andrew Wakefield se encontraba entre los invitados que vieron a Donald Trump bailar en la gala inaugural de su presidencia, en enero de 2017. No es difícil encontrar la conexión. Trump había declarado en un debate previo a las elecciones primarias –2015– que el autismo se había convertido en una epidemia. “He visto a niños bellos que fueron vacunados. Una semana después tuvieron una tremenda fiebre y ahora son autistas”, dijo el ahora presidente de Estados Unidos.

Salud pública
Hasta tres veces mencionó otro jefe de Estado la importancia de la vacunación en su discurso por Fiestas Patrias. El peruano Pedro Pablo Kuczynski indicaba el pasado 28 de julio que “el país no puede darse el lujo de perder ni un solo peruano o peruana [...] porque no recibió lactancia materna, vacunas o alimentación”, sostuvo ante el Congreso. El médico peruano radicado en Washington Elmer Huerta coincide con dicho planteamiento, tal y como hiciera en su columna publicada en la web de este Diario en abril del 2016. “Las campañas antivacuna que siguen apareciendo en muchas partes del mundo son un retroceso para la salud pública. El Perú, con una población infantil muy grande y condiciones socioeconómicas aún tercermundistas, no puede permitírselo”, sostiene. El caso más reciente se encuentra en Venezuela, con un brote de difteria causado por el bloqueo del acceso a los medicamentos en junio de este año.

“Si nos descuidamos, enfermedades ya controladas podrían aparecer. Las vacunaciones han hecho que más del 90% de la población esté protegida y eso en epidemiología se llama protección de la manada”, continúa el experto. Para Huerta, los intereses detrás de estas corrientes alternativas no están definidos por un tema monetario. “La principal razón para que tengan tanta aceptación tiene que ver con la idea de volver a la naturaleza. Son movimientos que se gestan en los estratos más altos. Gente que piensa que es mejor que la enfermedad le dé a alguno de sus hijos, porque lo pueden atender. Una madre en Tanzania o Cusco no puede hacer lo mismo”, concluye. Ello no exime a las vacunas, evidentemente, de efectos secundarios. “Está la parálisis de Guillain-Barré o algunas reacciones alérgicas. Pero los antibióticos, la medicina para la gastritis o una operación del apéndice: todos tienen efectos secundarios”, finaliza el médico.

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