Es posible usar Google Translate para traducir un cómic japonés o para descifrar una complicada receta. También, como lo hicieron Phillip y Niki Smith en una zona rural de Misisipi, el traductor en línea puede servir para rescatar a una huérfana china y para aprender a quererla.

Google realiza una cifra récord de 1.000 millones de traducciones diarias. Tal cúmulo de texto podría llenar un millón de libros. Y aunque la tecnología evoluciona a pasos agigantados, el gurú de las traducciones en Google, Franz Och, reaccionó sorprendido al escuchar que los Smith y su nueva hija Guan Ya, de 14 años, se las arreglaron para comunicarse usando casi exclusivamente Google Translate.

Todo el día veo algoritmos, algoritmos y algoritmos, dijo Och. Me recompensa enormemente el escuchar que esto cambia vidas.

LA HISTORIA DE GUAN YA Los Smith tenían ya tres hijos y vieron a Guan Ya hace menos de un año, cuando Niki Smith buscaba en Internet algunas fotos de huérfanos que no encontraban un hogar. Su intención era sólo ofrecerles una plegaria. Con tres niños que cuidar, incluida una hija de 3 años, adoptada en China, no tenía intenciones de hacer que su familia creciera… Pero se topó con Guan Ya.

Había obstáculos que parecían insalvables para adoptar a la niña. En primer lugar, Guan Ya estaba a unos meses de cumplir 14 años, la edad a la que, de acuerdo con la ley china, no podía ser adoptada. Y no sólo era incapaz de hablar inglés, sino que no podía hablar en lengua alguna: es sorda.

Tenaces, los Smith se lanzaron a cumplir con los trámites y estudios de antecedentes que son la regla en las adopciones internacionales. Con el apoyo de las autoridades chinas y estadounidenses, agilizaron el procedimiento al emplear los traductores en Internet para entender y redactar una oleada de correos electrónicos y formularios. Un día, Niki Smith recibió un mensaje de su futura hija. Era un montón de caracteres chinos que le resultaban incompresibles.

GOOGLE ENTRA EN ACCIÓN Bueno, yo estaba ansiosa por leer esa carta, dijo Smith. Ahí entró en juego Google Translate. Smith cortó y pegó la carta en el espacio vacío de este programa, en el navegador de Internet, y las ideas de Guan Ya aparecieron como por arte de magia.

Así comenzó una cálida conversación sobre el amor, la familia y la vida.

Pese a que las traducciones no son cien por ciento fiables, la familia ve día a día cómo el algoritmo mejora. La semana pasada, dentro de un supermercado en Rienzi, Misisipi, una madre y su hija se pasaban alternadamente un iPhone, mientras recorrían los pasillos y decidían qué cocinar para la cena. Habían pasado apenas unas cuantas semanas desde la fecha en que se conocieron en persona.

No, nunca he ido de compras, le había escrito Guan Ya a su futura familia. No tienen que traerme nada. No sé qué me gusta. Supongo que me gusta el chocolate. ¿Han venido ya a China? No tendré miedo. Estoy feliz.

Cuando se encontraron, la niña dijo a sus padres que, más que cualquier otra cosa, le gustaría oír. Y los médicos en Misisipi han sugerido ya que ciertos aparatos auditivos y posiblemente un implante quirúrgico de caracol podrían ayudarle.

En esos primeros correos electrónicos y en la actualidad, ambas teclearon las tres palabras en inglés y dos caracteres en chino que dieron un significado especial a su relación. En español, ese mensaje se traduce en dos palabras: Te amo.