Restringir el tránsito vehicular de lunes a jueves fue la solución que encontró el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado para ahorrar gasolina. Los conductores que hoy pintan canas deben recordar que un 24 de enero de 1974 se inició la venta de dos calcomanías, una de color roja y otra blanca, que indicaban los días de circulación.La primera prohibía la circulación lunes y miércoles y la segunda martes y jueves. De viernes a domingo no habían restricciones. En el anverso de ambas calcomanías decía “ahorro es progreso”. Esta cara era la que se mostraba al exterior del parabrisas.En 1974 el parque automotor en Lima Metropolitana ascendía a 250 mil vehículos, de los cuales 180 mil tenían que colocar la calcomanía.
Aquel 24 de enero el público acudió a las agencias del Banco de la Nación para comprar las calcomanías que tenían un costo de cinco soles. Primero se debía solicitar el formulario emitido por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones denominado “Comprobante para recepción de la calcomanía sobre restricción de circulación” y llenarlo con sus datos personales y del vehículo, y el color deseado. Luego se pagaba y entregaba la tarjeta de propiedad, que era perforada una vez, si se escogía la calcomanía roja, y dos por la blanca.Para evitar aglomeraciones el Banco de la Nación extendió su horario de atención hasta las 7:00 p.m. En el primer día se vendieron cuatro mil calcomanías. Poco a poco el interés disminuyó a pesar que la venta terminaba el 31 de enero. Algunas agencias bancarias comenzaron a cerrar a la 1:00 pm porque no había afluencia de público.
La sanción por circular sin calcomanía ascendía a mil soles de multa e internamiento forzoso del vehículo por 30 días en los depósitos oficiales. Si el conductor volvía a cometer esta infracción se duplicaban tanto la multa como el internamiento del auto.El Decreto Ley 20509 que reglamentaba la circulación de vehículos particulares, del Estado y diplomáticos entraba en vigencia el 4 de febrero de 1974. Solo en ese día unos 82 vehículos fueron sancionados. Menos autos en las calles y largas colas para subirse a un ómnibus fue el panorama de aquella primera jornada. Esta medida restrictiva no duró ni un año.