En su edición del 31 de enero de 1982, El Comercio anuncia la muerte de uno de los sobrevivientes del Titanic: “Muere el hombre que jamás volvió a pronunciar la palabra adiós, después de despedir a su padre en el famoso transatlántico. Frank Goldsmith, de 79 años, falleció tras haber pedido que sus cenizas fuesen esparcidas en el Atlántico, donde el enorme buque se hundió 70 años antes”.“La familia de Goldsmith, pedirá al realizador cinematográfico Mike Harris, quien ha gastado varios millones de dólares tratando de localizar el transatlántico, que lleve a cabo ese último deseo”, indica la nota. Como sabemos, en 1982 aún no habían sido ubicados los restos de la gigantesca nave, algo que consiguió el oceanógrafo Robert Ballard, recién en 1985. James Cameron, otro realizador de cine, mucho más afortunado, fue quien llevó a la pantalla gigante la dramática historia del Titanic, en 1997. “El padre de Goldsmith murió junto a 1.513 pasajeros después que la nave impactó contra un iceberg, el 15 de abril de 1912, durante su viaje de bautismo”, recuerda la nota.
Frank Goldsmith, de nueve años en el momento del naufragio, relató a sus familiares cómo su madre, Emily Alice Brown, despidió a Frank John, su padre, con un beso mientras eran bajados los botes salvavidas del transatlántico. En ese momento su papá le dijo: “hasta luego Frankie”.El New York Times también recordó el caso de Frank Goldsmith: “Muchas veces durante su vida contó cómo aquella medianoche agarró un caramelo al salir de su camarote en medio del caos. Cómo vio a través de un ojo de buey –ventana circular que tienen los barcos- a algunos adolescentes jugando al escondite, mientras su bote salvavidas descendía. Y cómo el Titanic disparó cohetes como si fuera el cumpleaños del Rey”.Tampoco olvidó cómo un bombero del Carpathia, el barco de rescate, le dijo: “No llores Franky, tu padre probablemente estará en Nueva York antes que tú”.“Quince minutos después de haberse despedido, ya en el bote, por razones que el niño no comprendía al principio, su madre le cubrió los ojos”, menciona el diario estadounidense. Se casó en 1926 con Victoria. Tuvo tres hijos, 11 nietos y tres bisnietos. Goldsmith, que falleció el 27 de enero de 1982, manifestó muchas veces que estaba seguro de que su padre aparecería algún día. Su señora contaba que también solía decir: “creo que otra nave debe haberlo recogido y un día vendrá caminando por esa puerta y dirá: ”Hola, Franky“. Tal como lo pidió Goldsmith, sus cenizas fueron lanzadas al Atlántico el 15 de abril de 1982, 70 años después que el “barco de los sueños” se fue al fondo del mar frente a las costas de Terranova. Sobre esas mismas coordenadas, los restos del “pequeño Franky” tuvieron el final que él había deseado. A las 3:24 de la tarde, tiempo de Nueva York, las cenizas cayeron al mar junto a una corona de flores en honor a las otras víctimas del Titanic. “Durante toda su vida'', dijo la señora Goldsmith, ''el 15 de abril fue una fecha muy triste para él. Pero eso será diferente a partir de ahora. Están de nuevo juntos''. Siete décadas después, la promesa de verse otra vez fue cumplida.