Luis Bedoya Reyes declaró en una entrevista que jamás ha dejado la política porque “la política es una polilla que está metida en uno y sigue socavando”. La última vez que fue a votar tenía 101 años. No estaba obligado a hacerlo, pero era su deber cívico. Él predicaba con el ejemplo.
Las páginas de El Comercio dan cuenta de su extensa trayectoria a través de entrevistas, artículos periodísticas y cientos de fotografías. En esta nota compartimos algunas de ellas.
Luis Bedoya Reyes era chalaco. Nació un 20 de febrero de 1919 en Chucuito. Su infancia transcurrió entre el mar, la escuela, las caminatas con su padre por el barrio de Bellavista y las travesuras que él y sus hermanos le hacían a su madre.
A los 13 años asistió a su primer acto político en el Terminal Marítimo del Callao. Acompañado por unos amigos fue a despedir a la delegación peruana que participaría en el Congreso Mundial de Pascua Romana (Italia). En ese evento conoció al delegado chileno Eduardo Frei y al venezolano Rafael Caldera.
Guadalupano para siempre
Luis Bedoya Reyes estudió en el colegio Guadalupe donde ocupó el primer puesto de la promoción 1935. Por ello recibió de manos del ministro de Educación una medalla de oro por su excelencia. Su vocación por la enseñanza lo llevó, mientras aún estudiaba en el colegio, a dictar clases en las academias de preparación de ingreso a la universidad. Uno de sus deseos truncos ha sido regresar a las aulas como maestro de su colegio.
Años más tarde, en enero de 1960, el ilustre guadalupano y su promoción participaron en el programa concurso Scala Regala, conducido por Pablo de Madalengoitia. Ellos tenían que cumplir cuatro tareas para llevarse 20 mil soles. Una de ellas consistía en que 50 pianistas tocaran el vals “La flor de la canela”. Los 250 integrantes de la promoción cumplieron con éxito los retos. Con el dinero del premio financiaron becas para alumnos guadalupanos.
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Estudió Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Cuando en el 2009 su alma máter le dio el grado de Doctor Honoris Causa dijo: “Yo tenía ofrecida una beca en la Católica antes de haber ingresado. Pero el privilegio del que ingresaba con la nota primera era muy importante. Yo consulté con el padre de Miraflores, el padre Plascencia, que es una especie de guía espiritual, qué escogía, ¿la Católica o San Marcos? Y me dijo: “¿Qué piensas tú? La batalla está en San Marcos. Allí hay que ir a estudiar”.
A los 25 años fue secretario de prensa de Palacio de Gobierno durante el mandato de José Luis Bustamente y Rivero, con quien entabló una relación muy cercana. En 1944 participó en la fundación del semanario político Jornada donde pasó de ser gerente a escribir editoriales.
El Alcalde del Zanjón
Luis Bedoya Reyes fue ministro de Justicia en el primer gobierno de Fernando Belaunde Terry. Sin embargo, decidió dejar el fajín ministerial por el sillón municipal. En diciembre de 1963 se realizaron en el Perú por primera vez las Elecciones Municipales. Bedoya postuló con la Alianza Acción Popular-Democracia Cristiana (AP-DC). Su rival más cercana fue María Delgado de Odría, de la Coalición Partido Aprista Peruano-Unión Nacional Odriísta (APRA-UNO). Sus dotes de orador y carisma lograron que ganara con 180 mil votos, unos 60 mil más que la candidata Delgado de Odría.
Para las Elecciones Municipales 1966, Bedoya Reyes tuvo como rival al ingeniero Jorge Grieve. En esa campaña ambos protagonizaron el primer debate electoral transmitido por televisión. La mañana del domingo 13 de noviembre de 1966 el todavía alcalde de Lima lucía sonriente y confiado de seguir en el palacio municipal. Esa seguridad fue confirmada por la noche cuando los primeros resultados lo daban como ganador absoluto. El conteo no daba lugar a dudas, el ‘Tucán’ volvió a ganar sacando una ventaja de 75 mil votos a su opositor Grieve.
Se ganó el apelativo del ‘alcalde del zanjón’ por construir la vía Expresa de Paseo de la República. Sin embargo, fue la primera autoridad edil en plantear el aprovechamiento de nuestra cercanía al mar. En el proyecto original del zanjón se hizo una conexión de esta gran vía con lo que hoy conocemos como Costa Verde. Modernizó el Mercado Central, construyó la plaza Castilla, el puente Dueñas, amplió las avenidas Argentina y Arequipa e introdujo a nuestras pistas los recordados bussing.
Hay muchas anécdotas de sus dos gestiones como alcalde. En las fotos de esa época se le aprecia bailando con gracia y salero. Pero cuando Dámaso Pérez Prado trajo a Lima el pegajoso ritmo del Dengue, el alcalde Bedoya se apresuró en prohibirlo dictando un decreto.
Su carrera política continuó en la Asamblea Constituyente (1978-1979) donde defendió la libertad de prensa. Fue elegido con la segunda votación más alta. Siempre representando al PPC, en las Elecciones Municipales 1986 intentó llegar por tercera vez a la alcaldía de Lima. Sin embargo, se impuso el candidato aprista Jorge del Castillo.
En 1980 y 1985 postuló a la presidencia de la República. Para la campaña electoral de 1989 apoyó la candidatura de Mario Vargas Llosa. El PPC y Acción Popular se unieron para formar FREDEMO. Al perder las elecciones se retiró de la escena política. Más allá de ser el líder histórico del PPC, Luis Bedoya Reyes será recordado como un político comprometido con la democracia. En diferentes pasajes de nuestra historia reciente ‘el Tucán’ ha dejado escuchar su voz. Este es el caso de las Elecciones Municipales 2018 cuando expresó: “Estamos en un momento en que el delito viene a contestar una antigua fórmula electoral: roba, pero hace. El robo se ha convertido en una enfermedad tolerada por la gente. Hay que extirparlo”.
Fiel a sus convicciones y dando muestras de una gran vitalidad, Luis Bedoya Reyes acudió a votar en las Elecciones Congresales Extraordinarias 2020. Con una lucidez envidiable para cualquier político dio algunos consejos a los futuros congresistas:
“Que se vayan adecuando a su nueva realidad, que tienen una responsabilidad con el país. Ya no son chivatos, las chivateadas estaban en la universidad. Digo esto porque la inmensa mayoría de la gente de este Congreso es gente joven y hay que llamarles la atención con seriedad, con corrección, para que aprendan lo que son las responsabilidades nacionales y no payasadas de un asiento legislativo”. Sus palabras y sus obras serán su legado. Descanse en paz.
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