No hemos encontrado el nombre del abuelo materno de Julio Guzmán -cuyo nombre completo, según una fuente cercana al candidato es Pelayo Edmundo Cáceres Montoya- entre los policías mencionados en nuestras notas policiales de los años 40 y 50 que tenemos a la mano; aunque es cierto también que ‘Tatán’ fue capturado y recapturado numerosas veces por distintos equipos policiales tanto de la Guardia Civil como de la Policía de Investigaciones del Perú (PIP), y por ello puede haber decenas de agentes no citados en las piezas periodísticas de esos años. Donde sí no hay dudas es en la historia de sangre, crimen y robo que generó este delincuente y su banda entre las décadas de 1940 y 1950.
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Luis D’Unián Dulanto nació el 4 de marzo de 1925, en la antigua calle de Las Carrozas, hoy cuadra 1 del jirón Huánuco, en Barrios Altos, pero desde niño se movió en el entorno de la ‘Huerta Perdida’ (jirón Áncash), donde solía esconderse, ya joven, tras sus asaltos o crímenes. Según sus antecedentes policiales, el famoso ‘Tatán’ empezó como carterista desde los 16 años y en esas andaba cuando lo atraparon con las manos en la masa e ingresó por primera vez a un centro carcelario en 1942, a los 17 años.
Luego fue detenido por robo en mayo de 1944, a los 19 años. La llamada “Brigada Criminal” lo atrapó y lo metió a la cárcel. Salió libre pronto, pero en abril de 1945, a los 20 años, volvió a caer por robo. De nuevo al calabozo. Pero no por mucho tiempo. El joven de Barrios Altos ya se había vuelto un avezado delincuente.
‘Tatán’, nombre con el que empezaron a conocerlo, creció así en medio de hampones mayores que lo protegían, pero luego se hizo un ‘faite’, un bravo, con el encanto suficiente para mentir y escapar decenas de veces de la Policía a lo largo de más de 20 años de fechorías. Sus “golpes” se hacían cada vez más coordinados, exactos y letales.
TATÁN: EL NACIMIENTO DE UN DELINCUENTE
Uno de sus golpes más sonados ocurrió el 13 de diciembre de 1945, cuando un ‘Tatán’ de 20 años y su banda (unos cinco tipos más) habían robado unos 68 mil soles de una empresa de Lima. En una caja de fierro, que se llevaron, estaba el botín. Un grupo fue capturado en Lima, pero otro logró fugar hacia el norte del país, entre ellos, ‘Tatán’, el líder, y dos de sus cómplices. Llegaron hasta Guayaquil, Ecuador, donde también robaron.
Unas semanas después, atrapados e identificados por sus antecedentes la Policía ecuatoriana los expulsó a Paita (Piura) y en barco (‘Mantaro’) los llevaron al Callao, en un viaje de nueve días: el 26 de febrero de 1946 arribaron en pleno verano.
Tan avezado era D’Unián que apenas piso tierra firme, en el Terminal Marítimo, trató de fugar pese a estar esposado. Su acto fue copiado por sus cómplices, pero todos fueron recapturados en las propias inmediaciones del puerto. En esa ocasión estaban para su custodia una comisión de detectives de la Brigada Criminal. Eran tiempos del presidente Bustamante y Rivero (1945-1948).
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Tal comisión la integraban el oficial Segundo Aurelio Heredia (jefe) y M. Núñez, así como los “auxiliares de investigaciones”: Julio Fitzgerald, Julio Beteta y Fortunato Tinoco. También colaboró allí la Guardia Civil, con el sargento segundo Mauro Durand y los guardias civiles Ignacio Loayza y Tulio Zevallos. Tras las investigaciones y confirmaciones del monto general robado por la banda (ascendió a 140 mil soles de la época), el 30 de marzo de 1946 la banda completa fue internada en la Cárcel Central de Varones, ubicado al lado del Panóptico, entre las avenidas Bolivia y Paseo de la República.
Para tener las pruebas confiables y no lo soltaran (como pasó muchas veces y pasaría también en este caso), la Policía debió trabajar coordinadamente, pues mientras los detectives del Departamento de Robos y Huertos hacían las investigaciones, los técnicos del Gabinete Central de Técnica e Identificación Policial realizaban las comprobaciones del caso. Por el momento, ‘Tatán’ estaba preso. Astuto, huidizo, persuasivo, el delincuente siempre daba la impresión de que nunca le pasaría nada o de que la cárcel era para él como pasar solamente unas cortas vacaciones.
Poco a poco los miembros de la banda de ‘Tatán’ fueron escapándose de la cárcel: en julio de ese mismo año, dos de ellos fingieron locura y pidieron ir al Hospital Víctor Larco Herrera. De allí, en unos días, lograron huir. Pero Luis D’Unián Dulanto se escapó a lo grande, desde el mismísima Cárcel Central de Varones, ubicada a la salida del centro de Lima.
Aprovechando los festejos del año nuevo de 1947, ‘Tatán’ y los cuatro restantes miembros de su banda lograron escabullirse antes de la una de la madrugada del 1 de enero de aquel año. Hicieron un forado y luego treparon un muro que los llevó a un patio. De allí salieron por la puerta de Paseo de la República. No tuvieron ningún problema para salir hacia la calle. Las autoridades carcelarias no descartaron la complicidad de algún guardia.
El 10 de enero de 1947 lo recapturaron, tras una intensa balacera en La Perla, Callao. Uno de sus cómplices logró escapar del cerco policial. Tres días después, ‘Tatán’ regresaba a la misma cárcel central casi como un héroe; sonriente, cínico y seguro de que volvería a escaparse. Era un líder nato, pero hecho para el mal.
TATÁN Y SU FAMA POPULAR EN LOS AÑOS 50
El sobrenombre de ‘Tatán’ le vino desde niño, cuando por un problema del habla no podía pronunciar bien la palabra “Tarzán”. Solo podía balbucear “ta tan ta tan”, por eso le achacaron ese apelativo que él haría famoso en el hampa peruana.
En la década de 1950, cada cosa que hacía ‘Tatán’ era noticia para la prensa roja. Era el favorito de esta. Y es que el tipo trataba de vestirse bien y su misma actitud se fue como “refinando”; caminaba con cuidado, y era capaz de convencer al mismo diablo de su bondad humana, aunque en el fondo mantenía una fiereza y osadía pocas veces vista.
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Fue odiado y amado, y nadie pudo olvidar sus bigotes y el diente de diamante que, según él, resaltaba su rostro de un hombre del pueblo. La prensa no dudaba de sus delitos, pero tampoco dudaba de que el gobierno lo usaba como una “cortina de humo”.
El 30 de setiembre de 1954, otra vez, Luis D’Unián Dulanto fue puesto en libertad. Los 8 años en la cárcel parecían haberlo corregido, adaptado, pues allí adquirió destrezas en la carpintería; sin duda, si alguien lo hubiera visto en ese entonces no habría dudado de su reeducación. Sin embargo, por supuesto, todo era una máscara, una farsa que el hampón sabía manejar muy bien. Muchos hablaban también de un “padrino” o “madrina” influyente que lo salvaba en los momentos claves de sus numerosos juicios.
Pero ‘Tatán’ indefectiblemente volvía a delinquir al poco tiempo de salir libre. Participó en el robo de 2 millones de soles de la antigua Caja de Ahorros y Consignaciones (hoy Banco de la Nación). Fue atrapado y conducido al penal de El Sexto, también en el centro de Lima. Según versiones periodísticas, ya se le notaba cansado, algo hastiado del mundo del hampa. En 1956, el fiscal Ibarra Samanez pidió una larga condena para él, pero no ocurrió eso. ‘Tatán’, hábil como siempre y apoyado como nunca consiguió, de nuevo, escapar de la justicia peruana. Logró irse a Chile, donde estuvo un tiempo.
Al regresar, estuvo involucrado en otros asaltos y robos. Entraba y salía del penal como si fuera su casa. En diciembre de 1959, fue su última “sentencia” de inocente. Al poco tiempo, volvió a las andadas, aunque con más cuidado que antes. Pero en marzo de 1961 participó en un robo y asesinato, la de un empresario nisei, por lo que luego de un mes de búsqueda policial fue detenido el 4 de abril de 1961, en la casa de una mujer en Barranco.
Lo detuvieron agentes encabezados por el propio Inspector General Reyes Alba, y los comisarios Paredes Astacuri y Amable Valenzuela. ‘Tatán’ intentó huir por los techos, pero fue controlado. Nuevamente fue llevado a prisión. Sería la última vez que estaría en la calle.
El 15 de junio de 1962, Luis D’Unián Dulanto fue asesinado en la propia Cárcel Central de Varones cuando de nuevo estaba a punto de salir libre. Otro hampón, Javier ‘China’ Peralta lo apuñaló nueve veces en venganza porque ‘Tatán’ había asesinado a su pareja, Víctor Pizarro (a) ‘Zamba’, quemándolo vivo.
Pese a su muerte, su fama y popularidad se acrecentaron. Se volvió un mito del hampa. Pero tuvieron que pasar 32 años para que la televisión peruana se atreviera a hacerle una serie completa. El 25 de abril de 1994 se estrenó, a las 9 de la noche, por el Canal 9, la miniserie de 12 capítulos ‘Tatán’. Y, por supuesto, fue todo un éxito de teleaudiencia.