Lo hizo con la audacia y sangre fría acostumbradas en ese grupo terrorista. Víctor Polay, alias ‘Camarada Rolando’ escapó junto a otros 47 miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Entre los prófugos figuraban Alberto Gálvez Olaechea, a quien acusaban de ser el financista del grupo, y Lucero Cumpa Miranda, encargada de la jefatura de las milicias y de los comandos subversivos. Era una larga lista de gente avezada y peligrosa. El escape tendría consecuencias nefastas para el país.
La escandalosa fuga se consiguió por medio de un túnel de concreto armado de unos 250 metros de largo que conectaba el local carcelario con una vivienda aledaña. Tuvieron todo el tiempo para planificar y construir el escape más espectacular de esos años.
Los terroristas del MRTA compraron la vivienda desde donde partiría el ducto subterráneo y realizaron los trabajos de excavación con apoyo técnico y profesional durante casi un año. Tras la fuga, la Policía encontró la instalación de un sistema eléctrico y de extractores de aire dentro del túnel, el cual tenía un metro y medio de diámetro y alcanzaba ocho metros de profundidad.
Víctor Polay había sido detenido en febrero de 1989, en el hotel de Turistas de Huancayo, al lado de su entonces conviviente Rosa Luz Padilla, quien también huyó con él por el malhadado túnel de Castro Castro. Ambos prófugos estaban siendo sometidos a juicio. En el proceso se pedía 20 años de prisión para el cabecilla del MRTA por los delitos de terrorismo, homicidio y secuestro.
La opinión pública rechazó la fuga y los medios de prensa señalaron como responsables al jefe del INPE, Víctor Miranda y al ministro del Interior, Agustín Mantilla Campos. Incluso, el aún presidente Alan García Pérez (12 días después iba a asumir el poder Alberto Fujimori), declaró en una conferencia de prensa en Palacio de Gobierno, ese mismo 9 de julio de 1990, que le resultaba penoso que “cientos de policías nacionales hayan rendido su vida y miles se hayan arriesgado diariamente para capturar a los subversivos, mientras que quienes tienen a su cargo resguardar a los capturados, no tengan la suficiente calidad y eficiencia para hacer un seguimiento claro del resguardo”.
García admitió, además, que el hecho representaba un severo tropiezo dentro del marco de la guerra contrasubversiva. Entre los cuestionamientos, las autoridades debieron explicar cómo fue posible que Polay haya podido salir del venusterio, donde se le había acondicionado una celda de seguridad. Y es que para llegar hasta el pabellón ‘emerretista’, y así reunirse con los demás prófugos, el cabecilla del MRTA tuvo que haber pasado por lo menos tres controles policiales.
MÁS DETALLES DEL TÚNEL
Al día siguiente, el 10 de julio de 1990, en las páginas de El Comercio se informó en detalle las características del túnel, hecho de concreto armado. Tenía un novísimo sistema eléctrico, extractores de aire, escaleras y una serie de equipos diversos. Cuando fue descubierto, las luces estaban encendidas y la visibilidad en el interior era perfecta, pese a tener ocho metros de fondo, según dijeron voceros policiales.
Aquel túnel partía de una casa en construcción de una calle aledaña al penal, en donde vivía una joven pareja de esposos con una sobrina que desaparecieron el día anterior. En la vivienda la policía encontró varios `walkie talkies’, linternas y la ropa que usaban dentro del penal los fugados. Personal especializado en la desactivación de explosivos inspeccionó el lugar y, según se supo, desactivó varias trampas `caza-bobos’.
El túnel tenía un diámetro de metro y medio, como para permitir un fácil desplazamiento de los evadidos. Al llegar a la casa, salieron por un forado de cuatro metros de diámetro. Las investigaciones determinarían que miembros policiales encargados del resguardo fueron cómplices de la huida.
La recaptura de Víctor Polay recién se produjo casi dos años después, el 9 de junio de 1992, en una residencia en San Borja (Lima). Meses después, un tribunal ‘sin rostro’ lo condenó a cadena perpetua. Sin embargo, a fines del 2001, tras la caída del gobierno fujimorista, el Tribunal Constitucional anuló la condena, entre otras que impuso el fuero militar a los subversivos acusados del delito de traición a la patria.
En 2006, el proceso judicial llevado en el fuero civil determinó una pena de 32 años para Polay, que fue incrementada a 35 años, en el 2008. Actualmente, Polay se encuentra recluido en el penal de máxima seguridad de la Base Naval del Callao.