Tras las espectaculares ganancias que tuvo en la pandemia, el mercado bursátil viene registrando un mal año 2022.
Los inversores sufren pérdidas, incluso aquellos que apostaron por valores seguros como los de las compañías tecnológicas, que llevaban años de bonanza. Hasta ahora.
En el centro de Manhattan, rodeado de las luces y la cartelería electrónica de Times Square, está el Nasdaq, la bolsa de valores que se especializa en compañías tecnológicas.
En los primeros cinco meses del año el índice Nasdaq -que refleja los vaivenes del conjunto de acciones comercializadas en esa bolsa- cayó casi 23%.
Y en junio el escenario no ha mejorado.
“Es una de las peores caídas que ha tenido el Nasdaq en su historia”, constata Eduardo Carbajal, profesor de Economía y Finanzas en el Instituto Tecnológico de Monterrey, en México.
Y las llamadas “big tech” -como Meta (matriz de Facebook), Amazon, Netflix, Apple y Alphabet (matriz de Google)- tampoco se han escapado, sufriendo caídas porcentuales de más de dos dígitos.
Los mercados son volátiles. El ánimo de los inversores, lo que esperan que pase en el futuro, es lo que determina los precios de las acciones en la bolsa.
Y este año, la tendencia ha sido desprenderse de esos activos porque entienden que no tendrán el retorno esperado.
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“Mi hipótesis es que había una sobrevaluación de muchas empresas de tecnología”, sostiene Carbajal.
“No es posible que Tesla tuviera un valor de mercado más alto que cualquier empresa que históricamente producía automóviles”, añade.
Hay varios factores que influyen en el espíritu actual de los inversores.
El primero es la alta inflación, un fenómeno generalizado en el mundo occidental este año. En Estados Unidos, por ejemplo, el dato anual se ubicó en 8,6% en junio, el mayor de los últimos 40 años.
La inflación trae incertidumbre, una mala palabra para los mercados.
Para tratar de frenar la ola inflacionaria, los bancos centrales están aumentando las tasas de interés, una medida que encarece el dinero y con ello los créditos.
En Washington, la Reserva Federal decidió incrementar las tasas y las señales que ha dado indican que seguirá haciéndolo.
Esto afecta en mayor medida a las compañías que en los últimos años aprovecharon las bajísimas tasas de interés para inyectar billetes en ellas.
“Cuando cambian las expectativas y suben las tasas de interés, esas acciones suelen estar más golpeadas que las de empresas con más peso relativo en índices como el Dow Jones, de compañías más tradicionales”, dice a BBC Mundo Nicolás Max, director de Criteria Asset Management en Argentina.
La escalada en el costo del crédito también ha vuelto más atractivas las inversiones en bonos del Tesoro estadounidense, por lo que una parte de los capitales se mueve hacia ese tipo de activos que son más seguros.
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Esto, a su vez, enfría la economía y reduce las expectativas de ganancias de las empresas, lo que vuelve menos atractivas sus acciones.
Ambos factores sumados producen una bomba económica conocida como estanflación: estancamiento de la actividad con alza sostenida de precios.
Y cuando la gente tiene menos dinero en el bolsillo, tiende a gastar menos en cosas que no sean imprescindibles.
Los confinamientos implementados en China debido a la covid-19, la guerra en Ucrania y la posibilidad de que surjan nuevas crisis sanitarias suman más signos de interrogación a la ecuación.
“La magnitud de la caída está fundamentada en las acciones que dominan con mayor peso el Nasdaq”, afirma Max.
Esos gigantes tecnológicos -llamados en inglés big tech- son Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Google, un grupo de compañías apodado FAANG.
Aunque también está entre las grandes una más tradicional: Microsoft.
“En la primera parte del año vimos algunas caídas en las ganancias respecto a las expectativas en acciones muy representativas en los índices tecnológicos como Facebook, Paypal y Netflix”, dice Max.
Solo Facebook, Apple, Amazon, Microsoft y Google perdieron US$2,7 billones en valor de mercado desde el inicio de 2022 hasta el 19 de mayo, según publicó The New York Times.
Eso es más que toda la economía de Brasil y México sumadas.
“Están regresando a los niveles probablemente reales que deben tener los precios de las acciones”, dice Carbajal.
Y el poder de arrastre que tienen las grandes compañías siempre pone en alerta a las más pequeñas, que terminan cayendo como piezas de dominó.
Lo que puede resultar extraño en esta historia es que, pese a la caída de las tecnológicas, éstas continúan con la billetera abierta para seguir gastando.
Eso se ve reflejado en aumentos significativos de salarios para sus empleados este año o incluso nuevas contrataciones en algunas empresas, además de más inversiones en proyectos, informaron medios estadounidenses,
“Las empresas que lideran el Nasdaq son bastante sólidas, y cuando todo esto pase, van a tener un fuerte poder de recuperación. La muestra está en los proyectos que están desarrollando”, asegura Carbajal.
El humor de los inversores no parece haber tocado fondo aún, y eso afectará el precio de las acciones de las compañías que cotizan en el Nasdaq.
“De aquí hasta que acabe el año, no vemos una mejoría de las condiciones macroeconómicas que nos hagan pensar que se va a detener o que va a encontrar un piso”, señala Carbajal.
“La pregunta es si la economía estadounidense se encamina o no hacia una recesión, cuán profunda será la desaceleración económica y, por lo tanto, cuánto se van a desacelerar las ganancias de las compañías hacia adelante. Esa incertidumbre es, básicamente, la que pesa”, analiza Max.
“En caso de persistir las presiones de precios, la autoridad monetaria de EE.UU. se enfrentará a un escenario donde la recesión sea el precio a pagar por mantener su credibilidad intacta, y las acciones tendrán camino por recorrer en su tendencia negativa”, agrega.
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