El mercado de pases es el gran salvavidas de los diarios deportivos. De algunos, más. Con el Real Madrid fuera de toda posibilidad de título el 5 de marzo, y con la nueva temporada comenzando el 17 de agosto, Marca y AS, que viven de la clientela blanca, sumarán un total de 5 meses y 15 días de abstinencia competitiva de su caballito de batalla. Casi medio año sin tener para venderle a la grey merengue otra mercadería que la ilusión de los fichajes. Muy duro. El bazar, al menos, ha sido una romería.
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Consciente de la urgencia de renovar expectativas, el club de Di Stéfano y Bernabéu ha movido la feria como ninguno. Lleva gastados 303 millones de euros (más 56 en variables) en cinco caras nuevas: Eden Hazard (100 M€ + 46), los brasileños Eder Militão (50 M€) y Rodrygo (45 M€), el francés Ferland Mendy (48 M€ + 5) y el serbio-bosnio Luca Jovic (60 M€ + 5). Las variables van desde jugar equis cantidad de partidos a ganar una Champions, ser Balón de Oro o un número determinado de goles. No obstante, Zidane espera un segundo fichaje estrella, el de Paul Pogba, tasado entre 160 y 180 millones. La remodelación del Santiago Bernabéu (en principio 796,5 M€) no impide la remodelación del plantel.
A diferencia de anteriores libros de pases, el FC Barcelona avanza despacio, pero ya ha concretado dos fichajes estelares: Frenkie De Jong, del Ajax (75 millones de euros más 11 en objetivos) y Antoine Griezmann (120 M€). Después de haber desperdiciado los últimos mejores años de Messi con toneladas de contrataciones casi absurdas o ruinosas (270 M€ más 35 en Coutinho y Dembelé), parece haber afinado la mira y cambiado la fórmula: menos fichajes, pero indiscutibles. Griezmann podrá salir bien o mal, sin embargo no hay cómo apuntar mejor en el panorama actual del fútbol si uno necesita un delantero de clase. Lo mismo vale para De Jong. Si el francés potenciará el ataque con Messi y Suárez aportándole técnica, jerarquía y gol, el holandés con sus pases notables dará más claridad al medio, que ya tiene bastante con Arthur, Busquets y Rakitic. Y no se ha retirado del mercado; el Barsa seguirá buscando un lateral izquierdo y, si se da como oportunidad, la vuelta de Neymar.
El Atlético de Madrid ha pagado la exorbitancia de 126 M€ por Joao Félix, atacante de 19 años del Benfica, con lo cual Jorge Mendes, representante de James y Falcao, embolsó la modesta suma de 12 millones de comisión por intermediar. El Manchester City, ya recargado de jugadores, pagó 70 M€ por Rodrigo, centromedio del Atlético, que además de Griezmann perdió también a Diego Godín (al Inter) y a Lucas Hernández, por el cual el Bayern Munich desembolsó 80 M€.
El Tottenham por fin le dio un gusto a Pochettino después de tiempo y se hizo con los servicios del volante Tanguy NDombele, del Olympique de Lyon por 60 M€. El Manchester United compró la carta de Wan-Bissaka, lateral del Crystal Palace (55 M€). Comparada con la española, la liga inglesa se muestra muy recatada todavía. El Bayern Munich sumó a los dos laterales franceses campeones del mundo en Rusia 2018: el mencionado Lucas Hernández y Benjamin Pavard, del Stuttgart (35 M€). ¡115 millones por dos laterales…! También Italia ha despertado del marasmo de tantos años y tanto Juventus, Inter, Milan como Napoli están en plan de inversiones importantes. De Ligt, el gran crack del Ajax de 19 años, está casi firmado por la Juve en 70 millones. Y cobrará 12 M€ anuales, más que los otros dos zagueros, Chiellini y Bonucci (huuummm…)
Son apenas mínimos ejemplos, hay cientos de traspasos que suman varios miles de millones de euros. Llueve el dinero en Europa, los clubes son riquísimos y disponen de ingentes cantidades para fichar. Pases de 40 millones ya casi no son noticia. El único sudamericano buscado como crack es Everton, del Gremio, que, si sabe vender, puede obtener una fortuna por él. Punta desequilibrante, que rompe líneas, con gambeta frontal y gol, consagrado en esta Copa América. A los 23 años ya tiene este trofeo y el de la Libertadores 2017. Todos los demás del continente son transferencias menores o producto de recambio. Como en los demás órdenes, Sudamérica perdió gravitación. Hay, sí, pases chicos, tipo Luis Díaz (7 M€) y Renzo Saravia (5 M€) al Porto. O Matías Vargas, de Vélez al Español de Barcelona (10,5 M€ por el 80% del pase). Los clubes portugueses, especialmente, Porto y Benfica, continúan con el negocio que inventaron hace quince años: comprar sudamericanos a precio vil y venderlos dos o tres años después a costo estelar. Y aquí, felices.
La novela del verano europeo, una vez más, se llama Neymar da Silva Santos Junior. Los medios ya le van con munición gruesa. L’Equipe puso en su portada del 3 de julio una enorme foto de Ney con un título gigante: “Neymar, la gran mentira”. Su compatriota Fernando Kallas, corresponsal de SporTV en España, dijo el miércoles: “La imagen de Neymar en Europa es la peor posible”. Sus condiciones son fantásticas, pero nadie lo quiere por todo lo que involucra el combo: su ‘pai’, sus amigos, las fiestas, su exagerada exposición mediática, el márketing (también desmedido), el desapego al fútbol, sus exigencias. El Real Madrid, que en otro momento se desvivía por contratarlo, se ha desmarcado por completo. El PSG no sabe qué hacer con él. Cobra 34 millones netos por temporada y lo ven poco en París. “Es el jugador que menos tiempo pasa en su club en toda Europa, nunca está”, dicen los diarios franceses. Alguno recordó que, actuando en el Barcelona, en el verano de 2016, se fue a Brasil y estuvo casi cuatro meses sin volver a la ciudad entre lesión, vacaciones y el torneo olímpico de fútbol.
La única coincidencia con su club es que él no desea seguir y los dirigentes lo quieren lejos. Han invertido una locura en su incorporación, cedieron a todas sus exigencias y el matrimonio ha sido un desastre: no ganaron la Champions, para lo cual lo llevaron, generó decenas de polémicas y roces en el vestuario, hasta con los hinchas, y ahora se arroja en los brazos de su anterior amor, el Barcelona, al que traicionó con el eufemismo de afrontar “un nuevo desafío”. Su valor de mercado ha bajado y, ante la falta de compradores, el PSG ha deslizado que aceptaría iniciar negociaciones sobre la base de 180 M€ (costó 222 de ficha pura, sin contratos, impuestos y comisiones). El único club al que podrían endosárselo es al Barsa, capaz de tropezar otra vez con la misma piedra. Pero el Barsa tampoco mueve ficha, especula con una venta de liquidación. Lo que muchos suponíamos en agosto de 2017 parece confirmarse: el Paris Saint Germain compró un problema, no un crack.