“Argentina pide la Copa América 2020”, dijo la noticia. “Colombia también la quiere”, replicaron más al norte. “O quizá vaya de nuevo a Estados Unidos si se recomponen las relaciones con la Concacaf”, terció otra voz. Era toda información de primera mano, sin embargo la decisión, salomónica, determinó un no gigantesco a la Concacaf y un sí partido a Argentina y Colombia. En su comunicado del miércoles último, casi una declaración de guerra a su colega de Centro y Norte América, la Conmebol decidió aceptar las candidaturas de Argentina y Colombia para realizar el torneo del 2020. No era una presentación conjunta, aunque la realización sí será entre ambas. Lo primordial, a juzgar por la circular, era desligarse de Concacaf y anunciar que la Copa se queda en su lugar: Sudamérica.
Vale reseñar: Brasil 2019, la edición que tendrá lugar del 14 de junio al 7 de julio, forma parte del cronograma establecido hace tiempo. Pero el certamen requería adecuarse al calendario mundialista, esto es: cuatrienal, en años pares y en medio de Mundial y Mundial. Por ello, Conmebol pidió a FIFA autorización para montar un torneo extra en 2020 para así arrancar el nuevo ordenamiento. Y de paso facturar cerca de 200 millones de dólares, que es en lo que se venden -sin transpirar- los derechos de una Copa América. ¿Por qué pedir el aval de la FIFA…? Porque si lo obtiene (y así fue) se declara torneo oficial, entra en el calendario FIFA y los clubes están obligados a ceder sus figuras, así pueden venir Messi, Neymar, Suárez, James, Vidal, etc. Sin ellos no vale 200 millones. Tal vez no valga 20.
Después de años de romance con Concacaf, ahora el vínculo norte-sur está dañado. Concacaf, por presión de la asociación estadounidense, patentó para sí el nombre Copa América en Nueva York, con el objeto claro de vender per se los derechos cada vez que se jugara en aquellas tierras. Esto fue tomado, naturalmente, como un ultraje y una apropiación indebida por Conmebol, que organiza su copa desde 1916 (Concacaf se fundó en 1960) y tiene registrado el título. Hubo que recurrir a la mediación de la FIFA para solucionar el diferendo. Pero las heridas no cerraron.
En virtud del fabuloso negocio que les representó la Copa Centenario en 2016 en su país, los dirigentes norteamericanos buscaban afanosamente hacer la edición 2020 de nuevo en su patio. Porque ellos tienen las empresas, Sudamérica el fútbol. Concacaf también estaba interesada en montar la versión 2020 en Estados Unidos pues hubiese ganado millones como entidad co-organizadora. No hubo acuerdo económico, Conmebol consiguió que las comercializadoras con que trabaja habitualmente (Dentsu, japonesa, e IMG, neoyorquina) le garanticen cerca de 200 millones por la edición 2020 y decidieron que la Copa se quedase en América del Sur. Las mismas compañías sugirieron que si el certamen se desarrolla por separado, en dos sedes, había mayor viabilidad y mejores ingresos. Por eso decidieron, las diez asociaciones, aceptar la aspiración de Argentina y Colombia, únicas dos postuladas.
Lo llamativo es el lenguaje particularmente duro utilizado por Conmebol para difundir su decisión: “Ratificar el rechazo de la CONMEBOL a la propuesta de la Federación de Estados Unidos (U.S. Soccer) a disputar un torneo entre junio y julio de 2020”. Suena fuerte la palabra “rechazo”. Luego se cita que “en diciembre de 2018, la CONMEBOL envió a CONCACAF una invitación para que seis de sus asociaciones participaran en las próximas tres ediciones de la COPA AMÉRICA (2020, 2024 y 2028) la cual fue rechazada”. Y por último se subraya “la reciente oferta de la U.S. Soccer planteando organizar un torneo nuevo en las mismas fechas en las que se celebrará la COPA AMÉRICA, invitando así efectivamente a la CONMEBOL a dejar de lado su torneo fundacional, desconociendo los más de 103 años de tradición deportiva de la COPA AMÉRICA”. La US Soccer proponía hacer, de aquí en más, un solo torneo unificado al que llamarían “Continental Cup” (registrado por ellos) dejando de lado la Copa América.
Argentina-Colombia 2020 se disputará con 12 equipos divididos en dos grupos de 6 (todos contra todos), de los cuales surgirán dos semifinalistas de cada lado. “Hasta ahí está todo acordado, de allí para adelante no se habló nada, debemos estudiar cómo será”, confió Ramón Jesurún, presidente de la Federación Colombiana. Los dos equipos invitados podrían ser nuevamente asiáticos (en Brasil serán Japón y Qatar), dado que la Copa de ese continente se realizará recién en 2023. Japón repetiría el año entrante.
Un detalle álgido es dónde se clausurará el torneo. En Buenos Aires, fuentes cercanas a AFA deslizaron que la final sería en el estadio Monumental, lo cual pareciera contradictorio ya que la matriz del fútbol continental se llevó de ahí la final entre River y Boca. Pero eso fue como penalidad al anfitrión, no por una razón estructural; ahora sería un escenario neutral para una final entre selecciones (en la que tal vez ni juegue Argentina). En tanto en Bogotá, con lógica, sostienen que la final debería corresponder a Colombia pues en Argentina ya se disputó nueve veces y apenas una sola en la patria de García Márquez. Sin embargo, no se debatió ese tema.
Algunos han calificado ácidamente esta Copa adecuación, el hecho de que se realice en dos países y no limítrofes (6.800 km los separan). “El tema de que un equipo juegue en Colombia y luego deba ir a Argentina es relativo -interviene de nuevo Jesurún-; en Rusia se viajaba cuatro o cinco horas entre sede y sede, y en Brasil 2014 lo mismo. Incluso en esta Copa América que viene habrá largos desplazamientos. Sin buscar tanto, Junior jugó por Copa Libertadores en Buenos Aires el miércoles y el sábado por el torneo local en Barranquilla. Es lo más común, y nadie lo objeta”.
Un detalle a tener en cuenta: a esta Copa le dieron calurosamente el sí las diez asociaciones, que así ingresarán buen dinero. El que sea campeón, además, estará feliz de la vida. Y la realidad es que sólo hubo dos postulantes.
El hincha de fútbol es muy conservador, adora las tradiciones y se resiste a innovar, pero la realidad cambia a cada momento, la forma de hacer fútbol, de obtener recursos. No puede permanecer todo como en 1916. La Copa fue un acierto cuando la pasaron de 10 a 12 equipos. Incluso cuando subió a 16. Muchos protestaron cuando la Eliminatoria pasó al formato de todos contra todos, pero eso la tornó apasionante, y no se retractaron. La Copa del centenario en 2016 también fue severamente objetada al ser anunciada. Resultó preciosa, tuvo un marco fantástico y hubo récord de público. La de 2020 nos asegura que tendremos otra más para disfrutar.