El adolescente Skip llegó a casa con un volante en la mano. Lo había recibido sin siquiera saber de qué se trataba. Después de saludar con un beso a su madre dejó el papel en la mesa. Cedella, hija del mítico Bob Marley, en la curiosidad que toda mamá tiene cuando se trata de un hijo, tomó el panfleto. Leyó que estaban pidiendo apoyo económico para ayudar a la selección de fútbol femenino de Jamaica. Era una tarde cualquiera de 2014, pero ese día la vida de las futbolistas jamaiquinas cambió para siempre. Cinco años después jugarán su primer Mundial Femenino en la historia. Debutarán este domingo (8:30 a.m.) ante el siempre favorito Brasil, pero la historia del origen de todo es digna de una película.
Luego de leer el pequeño volante, Cedella estaba molesta. Skip practicaba al fútbol, lo amaba. Fue su entrenador quien le había entregado la hojita implorando donativos para un grupo de futbolistas que a lo largo de sus 28 años de historia han sufrido para mantenerse debido al casi nulo apoyo de su federación.
Cedella, una de las figuras más reconocidas de su país, tomó el teléfono para ahondar en el tema. Quedó incrédula por la situación precaria de las jugadoras. Las que soñaban con participar en un Mundial o uno Juegos Olímpicos, debían sortear miles de obstáculos por la ausencia de apoyos económicos. Mientras tanto, el equipo masculino tenía todo. Algo que ocurre casi todos los países del mundo.
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En medio de su furia recordó la frase mítica de su padre Bob Marley: “El fútbol es libertad”. Heredera de la pasión por la vida que tenía su progenitor, se puso a trabajar. La primera tarea era simple: existir. Ese era el primer paso a dar.
No solo donó una gran cifra económica para mejorar las condiciones en las que entrenaban las Reggae Girlz, también comenzó una campaña de concientización alrededor de ellas. Creó una canción junto a sus hermano Stephen y Damian llamado “Strike Hard” (golpea fuerte, en español). Hasta ese momento, el movimiento iniciado por los Marley atrajo el apoyo de la federación.
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Sin embargo, dos años más tarde, luego de no obtener un boleto para Río 2016, la Federación Jamaiquina de Fútbol volvió a quitar los apoyos aludiendo que el equipo femenino no conseguía los objetivos. Cedella no se sorprendió, sabía que era algo que podía pasar. “A ellos solo les gusta ver mujeres en traje de baño, faltas cortas de tenis y no jugado al fútbol”, tiró sin pelos en la lengua. Pero eso no quedó en una simple queja, siguió ayudando y redobló esfuerzos. Los rivales nuevamente volvían a ser los equipos contrincantes y el sistema del propio país.
Junto a algunas fundaciones consiguieron contactar a Hue Menzie, quién había renunciado a una vida de oficina para convertirse en entrenador de fútbol. La Federación avisó que no tenías dinero para pagarle. Él ni se inmutó. Aceptó el trabajo sin goce de sueldo. “Cuando los Marleys se involucran en algo, sucede la magia”, dijo sintiendo una intuición que le daba confianza.
En su primer torneo, las Reggae Girlz encontraron obstáculos demasiado grandes como escasez de alimentos en Haiti. Incluso, algunos de los que les llegaban no estaban en condiciones para comerse. “Parecía que era a propósito. Pedíamos algo distinto, pero no había nada más”, se quejó Dominique Bod-Flasza; mientras que Campbell, una de las estrellas del equipo recuerda que “fue algo horrendo”.
Por otro lado, las chicas tenían que lavar sus camisetas porque solo contaban con un juego, viajaban en autobuses destartalados y practicaban pocos días a la semana, algunas veces por la noche, para que pudieran cumplir con los horarios de sus trabajos.
A pesar de todo, Marley nunca paró. Y la selección tampoco. La relación entre benefactora y futbolistas se fue consolidando. Al término de cada encuentro disputado, el equipo completo se juntaba con Cedella para contarles todo lo que habían vivido, para compartir horas de amistad, algo que no se rompe nunca. Fue entonces que el momento de hacer historia llegó.
Jamaica disputó en Texas las eliminatorias de la CONCACAF para este Mundial de Francia 2019. Las expectativas, por su puesto, eran pocas. Sin embargo, dos victorias ante Costa Rica y Cuba, y una derrota ante la potencia mundial Estados Unidos, pusieron las Reggae Girlz en duelo directo contra Panamá para lograr el sueño, la clasificación.
El duelo fue en Dallas. Una noche fría. Al igual que las jamaiquinas, las panameñas querían escribir su propia historia. Ninguno de los dos equipos había jugado un Mundial nunca. El partido terminó 2-2 en los 120 minutos jugados de un partido aguerrido, inolvidable. El destino se definiría desde esos doce pasos que si no te dan la gloria, te condenan para siempre.
Aquella noche, Cedella llegó al estadio. Estuvo presente. Incluso, cantó en la previa. Durante 120 minutos intentó relajarse, pero en los penales no pudo más, lo dejó todo. Vio a la portera jamaiquina Nicole McClure tapar dos disparos y los ojos convencidos de su compatriota Bond Flasza, segura de que ella le iba a dar la clasificación a su país.
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Y entonces ocurrió. El balón chocó con la red. La felicidad incontenible de las jugadoras eran iguales que las de Cedella. Una selección caribeña iba a jugar una Copa del Mundo, algo nunca visto. Todas recordaban el camino de espinas que habían recorrido. Al mismo tiempo que observaba a sus muchachas, llorar por la hazaña conseguida, pensó en que es el momento de sumar más gente para cambiar la mentalidad de un país. Y sí, miró al cielo y le dio la razón a su padre: el fútbol es libertad.
Estas son las cuatro selecciones debutantes en el Mundial Francia 2019:
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