PEDRO CANELO @jovennostalgico
Para ser campeón del mundo hay que saltar a la cancha con el corazón herido. No hay vuelta olímpica total sin recuento de daños, sin la rebeldía de una cicatriz. Franz Beckenbauer es un campeón mundial de todos los tiempos. Capitán de la selección alemana en el torneo de 1974 y entrenador del equipo teutón del 90, es el único hombre que ha alzado la Copa Mundial de Fútbol FIFA como jugador y como entrenador. Fue el único capaz de vivir dos veces y no morir nunca para poder contarlo.
El otro que repitió la escena fue el brasileño Mario “Lobo” Zagallo (como jugador en el 58 y como técnico en el 70) pero él disfrutó de otra copa, la Jules Rimet, que fue ganada de manera definitiva por Brasil en México 70. En Alemania 74, esta nueva copa hizo su primera aparición y quien la levantó fue un varón, que a pesar de su juventud tenía el recorrido (y sobre todo el dolor) de un veterano de guerra.
Ronaldo, el 'Gordo', y Cafú también están dentro de este selecto club pero con una salvedad. El delantero y el lateral derecho fueron campeones mundiales con Brasil en 1994 en el banco de suplentes (Cafú alternó 100 minutos sumando todo el torneo y Ronaldo nunca entró a la cancha), mientras en que el 2002 sí dieron la vuelta olímpica como figuras indiscutibles.
Beckenbauer fue el mismo joven que jamás perdonó al árbitro suizo Gottfried Dienst el cobro de ese gol fantasma de Inglaterra en 1966, y fue el mismo bizarro que le dio ideas al guionista de los Supercampeones cuando en la semifinal ante Italia, en México 70, jugó el tiempo suplementario con el hombro dislocado. Demasiado instinto de revancha, no había forma que Holanda (a pesar de sus máquinas de demolición) le gane en 1974. Lo dijo el escritor Juan Villoro: a la Naranja Mecánica, para campeonar, le faltó el drama que a Beckenbauer lo excedía.
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Balón de Oro europeo en 1972 y 1976, Beckenbauer hizo de la versatilidad un valor agregado e histórico. Pocos jugadores en el mundo lograron mantener el mismo rendimiento pico como lo hizo el 'Kaiser' en cada zona de juego. Este muniqués fue líbero, mediocampista y hasta delantero. Entero o con el cuerpo maltrecho, el eterno capitán aprendió a jugar en todo el terreno, pero jamás aprendió a perder.
Hoy, presidente honorario del Bayern de Múnich, Beckenbauer mantiene el techo alto para que alguien intente igualarlo en su marca. “Para ser exitoso como jugador, entrenador y dirigente hay que tener mucha disciplina, bastante suerte y nacer en el país y en el momento justo”, dijo hace poco el 'Kaiser'. A veces la felicidad extrema convierte lo glorioso y gozoso en un hecho simple de explicar.