Mientras no se consiga la clasificación al Mundial va a ser complicado, para cualquier selección peruana Sub 17, que se le reconozcan sus méritos. Toda victoria que no sea contra uno de los grandes del continente va a ser comparada contra el derrotero, casi evangélico, que dejaron los ‘jotitas’.
No es fácil lidiar con ese recuerdo. Como tampoco lo es el tener que alterar lo planificado con el grupo porque a tu federación la despojaron de la organización de la Copa del Mundo. Pasar de la idea aquilatada de ser el anfitrión a tener que luchar por un cupo mundialista sin que el ánimo se resquebraje implica una fortaleza emocional admirable. Por esa sola razón, el equipo de Silvestri merece todo nuestro respeto. Pero hay más: en este plantel peruano existen varios prospectos interesantes.
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Para comenzar, tiene un líder en el campo: Rafael Caipó, que no es un arquetipo de virtudes técnicas, pero que lo compensa con una buena lectura estratégica, don de mando y juego aéreo. Su presencia impone respeto en el césped. Ojalá que apueste por el fútbol profesional en el futuro, porque el capitán peruano no practica el deporte por necesidad. Tiene madera.
“Ser arquero es un empleo similar al del tipo que en el ejército fabrica las bombas, porque una vez que comete un error, todo el mundo explota”, manifestó alguna vez Artur Boruc, ex portero de la selección polaca. Sin embargo, a Massimo Sandi, el arquero peruano, no le ha ido nada mal en este Sudamericano. Pese a ser requerido mucho más de lo que hubiese esperado su técnico, evitó que le convirtieran durante dos partidos y medio. Desde su seguridad transmite confi anza a sus compañeros.
Los centrales Carlos Montoya y José Racchumick (‘Rachu’ para los amigos) son sólidos y se compenetran bien. Por las bandas, Kluiverth Aguilar, de apenas 15 años, parece disparado por un golpe adrenalínico cuando se suma a la ofensiva. Es mejor lanzado al ataque que defendiendo. La otra punta la cautela, irregularmente, Mathías Llontop.
En la volante, al costado de Caipó, destaca el emocional Yuriel Celi. Se trata de un zurdo con arrebatos líricos y un excelente remate de media distancia. Es fuerte, decidido y valiente. Sin duda es alguien al que hay que saber acompañar para que llegue a honrar sus virtudes en la selección adulta en el futuro. Pedro de la Cruz es el motor del equipo, y Sebastián Cavero el extremo que desdobla con criterio. Es una medular con fútbol que, sin embargo, a veces parece inconexa entre sí, sobre todo cuando de replegar filas se trata.
Arriba, todavía Carlos Ruiz no ha podido demostrar el fútbol renacentista que encandiló a todos en los amistosos y en el octogonal que ganó la Sub 17 en Chile. Está en deuda. Joao Grimaldo, por su parte, es un virtuoso que debe aprender a terminar mejor las jugadas. Y los habituales recambios, Nicolás Figueroa y Óscar Pinto, han sido el combustible del equipo cada vez que los consideran.
La selección ha tenido buenos momentos en cada uno de sus partidos, aunque le ha costado sostener el rendimiento. Preocupa también que los rivales inquieten seguido a Sandi por más que solo haya recibido un gol. Si queremos ir al Mundial, debemos mejorar el funcionamiento colectivo porque el talento individual existe. Hoy, por la noche, la Sub 17 calibra su rendimiento contra un excelente Ecuador ya clasificado al hexagonal final. Se acerca la hora de las definiciones. Es imperativo responder como se debe al desafío.