Ya está. La política se metió en el fútbol con extremo perfil autoritario. La pelota rodará cuando el gobierno quiera y como el gobierno quiera. ¿Daniel Urresti? Es simplemente un portavoz de las altas esferas. Lo que se percibía como un tufillo de persecución a Manuel Burga es ahora un hedor espantoso que no le suma al deporte y que está disfrazado de servicio a la colectividad por su seguridad.Y sí, es posible que el objetivo de alejar al penoso dirigente esté próximo a concretarse, no sin antes haber pasado por ser el hazmerreír del fútbol civilizado; no poder programar partidos y que se pretendan finales sin público. ¿Qué viene? ¿Jugar sin pelota?Pero siempre se puede caer en una actitud peor. Nunca es suficiente para Manuel Burga, quien ahora guarda silencio y permanece agazapado ante este bombardeo. ¿Por qué no interviene y asume su responsabilidad como cabeza máxima del fútbol peruano? ¿Por qué no ejecuta con acciones su trillada defensa de la institucionalidad de la federación? ¿Qué estaremos pagando?
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“La final peruana de Mosquera y Lobatón”, por Jerónimo Pimentel (@jeropim) ⏩ http://t.co/MKunuY2gEB pic.twitter.com/zjHzDztisc— DT El Comercio (@DTElComercio) diciembre 8, 2014