En pleno Qatar 2022 se anuncia el retiro de un peruano mundialista. El que nos clasificó a Rusia 2018. El que hizo un carrerón en Europa. El que volvió a su Alianza para ser campeón. Jefferson Farfán se retira. Se va como bicampeón.
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Centrados solo en este siglo hablamos quizás del mejor jugador peruano. Daniel Peredo decía que de los 4 fantásticos de Markarián, Farfán era su preferido, el más completo. Claro, cargaba la técnica de un 10, la velocidad de un wing y la capacidad resolutiva de un 9. Podía jugar de Pizarro si había que acompañar al punta, de Vargas si había que ir a los bordes y también de Paolo si había que matar en al área.
Más que Foquita, Farfán era una gacela con gol solo perjudicada por lesiones infaustas y sanciones a una conducta que nunca fue de monje. En ese sentido, se va también un futbolista que flirteaba con el “pelotero”, que gambetea chacales y que hace de su bunker una fiesta Vip. Un símbolo del jugador peruano hasta en eso.
Visto en perspectiva, Farfán terminó siendo un jugador de selección antes que de club. Flaquito titular en la Sub 17 de Chalaca Gonzales en 2001, creció en musculatura, potencia y recursos para casi 20 años después ser el recambio de Gareca que posibilitó el gol que abrió la clasificación al Mundial tras 36 años. Un relevo histórico de 27 goles en 97partidos que provocó otra frase de Peredo sobre él: “es de los pocos actuales que tendría sitio en el equipazo del 81″.
Parte de la prolífica generación 84, fue -más que socio- un hermano para Guerrero. En ese recorrido tras su golazo a Nueva Zelanda, Farfán festejó con la chompa 9 de Paolo sancionado, en un homenaje que, además, de justo fue emocionante. Un Farfán exhausto luego de eliminatorias horribles y décadas perdidas de la FPF al fin sonreía tirado en el piso. Y con él, todos nosotros.
Si quiere evocarlo entre a Youtube y vea cómo Peredo relata su gol. Y cómo homenajea a Jefferson Agustín Farfán Guadalupe, “por su mamacita”. Si no lagrimea, usted no es peruano.
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