Mediados del 2021. Por distintas razones —la responsabilidad, el peso, la camiseta—, Alex Valera no repitió en meses partidos como los de la Copa, un verano de estreno donde hizo dos goles. Son los daños colaterales de una ‘U’ caótica. La llegada de Gregorio Pérez generó en Valera lo mismo que nos pasa cuando viene el abuelo a casa: te da respuestas, te tranquiliza, te abraza. El ex técnico de Universitario detectó que Alex estaba acelerado: quería hacerlo todo a la vez pero esa velocidad lo exponía. La ‘U’ jugaba sin gente en la cancha pero sí en las redes, donde hierve la sabiduría: allí las tribunas se vuelven tribunal.
Entonces estalla la crisis: Valera falla un penal contra San Martín. Es setiembre, maldita primavera. En el vestuario, ya el lunes, Gregorio lo busca y le pide tranquilidad. Le cuenta, además, que desde ahora uno de los capitanes, Nelinho Quina, va a patear los penales. Que ya está hablado en el grupo. No sé si es el textual correcto, pero le habla algo tipo: “No pasa nada, Alex. Dale. Confío en ti, pero necesitas liberar carga. Y vas a ver que ahora que no pateas penales te vas a comer el arco”. Y ahí empezó la racha. A los días, en reunión con Jean Ferrari, coinciden en que el 9 titular de la ‘U’ para el 2022 era él, mensaje que se hace público al final del torneo. Otro respaldo para un delantero de extraña biografía, que hace cuatro años nada más jugaba y enseñaba fútbol playa en China, que miraba a la selección de Gareca por TV allá en Pomalca, su tierra; que se entrena cada día como si en cada rutina estuviera salvando a su quinta generación,
Y bueno, lo va a hacer.
Alex Valera cerró con 11 goles la Liga 1 2021. Hizo dos más en su primera Libertadores. Y otros dos más en los últimos amistosos de la selección del año pasado. En su estadía en el club, más allá de no haber salido campeón, ya tiene un título: con 43 partidos suma 22 goles -un gol cada dos partidos de media-, es el mejor delantero del campeonato local. La ‘U’ no tenía un 9 local de ese porte, oportunista y oportuno, desde Johan Fano, cuando Gareca no tenía canas. A ese juego de fútbol playa, donde se resuelve en un metro cuadrado, le ha sumado gimnasio -para aguantar mejor de espaldas- y muchos videos de Paolo Guerrero -para dominar el juego aéreo- El sábado, doblete en el 3-1 contra Alianza Atlético, celebró con rabia y alegría, es decir, con euforia, y dejó una lección que se aplica para todo, y más para los nuestros: en la mala, que serán muchas, hay que abrazar. Es en ese momento donde un abrazo vale por mil. Y quizá me quede corto, porque entiendo que en diciembre y ante cualquier posibilidad de afuera, la ‘U’ no se sentará a negociar por menos de US$ 1 millón.
Un abrazo. Dicho de otra forma, a veces no se necesita nada más.
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