Desde hace 20 años, Xiomara y Xioczana Canales comparten casi todo: la misma fecha de nacimiento, el gusto por el cabello lacio, el perfil diestro para manejar el balón. Incluso, jugaron siempre en el mismo equipo. Pero este año todo cambió. La primera decidió defender los colores de Alianza Lima; mientras que la segunda se quedó con esa ‘U’ en el pecho que tanto ama. Este sábado (4 p.m.), las hermanas gemelas volverán a enfrentarse (ya lo hicieron dos veces en el año), pero esta vez será distinto: sus equipos definirán al campeón de la Zona Lima en una final histórica para el deporte en el estadio Nacional.
“A inicios de año también me llamaron de Universitario, pero elegí Alianza porque se acomoda a mis horarios de estudios”, confiesa Xiomara, quien cursa el cuarto año de la carrera de Tecnología Médica en Terapia Física y Rehabilitación; mientras Xioczana interrumpe y reprocha: “Nunca me dijo que se iría a la otra vereda, pero así es el fútbol”.
Tocaron por primera vez una pelota gracias al padre de ambas. Alex Canales era de esos peloteros que se ganaron el respeto en el barrio con el fútbol. Y las llevaba a cada campeonato que iba.
Xioczana fue la primera en atreverse a jugar, a pesar de las críticas. Cuando salía a jugar con su hermana, a ella le gustaba atacar, encarar y driblear. Entonces, lo único que le quedaba a Xiomara era elegir un puesto en defensa. De lo contrario, no funcionaría el juego.
Cuando empezaron a compartir equipos, las dos se hicieron dueñas de la banda derecha. Eran imparables. Pero ahora están separadas. Hace poco se enfrentaron en el primer clásico. El encuentro terminó igualado, pero en el duelo que tuvieron ambas salió ganando la de Alianza Lima.
“Ella conoce todos mis movimientos y se aprovechó de eso para detenerme. Para el segundo tiempo le pedí al técnico que me cambie de banda. No podía pasarla”, cuenta Xioczana.
Este fin de semana la casa volverá a estar dividida. De un lado los de camiseta crema; del otro, los blanquiazules. Eso sí, y al igual que ocurre con las hermanas, la rivalidad termina cuando el árbitro toque el pitazo. Al final todos celebrarán abrazados. Las pequeñas del hogar han puesto su nombre en la historia del fútbol femenino.
“Quisiéramos que nuestra familia esté en la tribuna viviendo el clásico con nosotras”, era el sueño las hermanas Canales, y de todas las futbolistas, que ahora se podrá cumplir. Después de tanta lucha, el fútbol femenino obtuvo su recompensa.