Antes del clásico, el idilio del pueblo blanquiazul con Carlos Bustos parecía llegar a su fin. Campeonar con Alianza Lima no es cosa fácil. El hincha íntimo suele estar entrenado para la espera. Cada título de sus vitrinas, sobre todo el de 1997, guarda una historia de sudor, paciencia y sufrimiento.
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Lo hecho en el 2021 por Carlos Bustos borró de un brochazo el dolor de besar el fango en el 2020, y lo colocó en un pedestal. Pero en menos de cuatro meses, el argentino pasó a ser alguien terrenal, linchado por las redes sociales como un humano cualquiera. Su principal cuestionamiento: insistir en un sistema de juego conocido de sobra por sus rivales. Y no hay mayor pecado en el fútbol que dejar de sorprender.
Hoy, en el estadio Monumental, lo hizo. Y en gran forma. Aquí analizamos las claves del resonante triunfo aliancista en el templo crema de Ate.
Cambio de sistema (y de actitud)
Bustos vivía enamorado del sistema que lo sacó campeón. Un sistema que él definía como un 3-5-2, pero que en la práctica terminaba convirtiéndose en un 5-3-2. En lugar de ser una propuesta ofensiva, con extremos definidos, acababa siendo un planteamiento amarrete que cuidaba excesivamente el cero y dependía de Barcos para llevar peligro al arco rival.
En esta semana de contrición, la luz se le presentó al entrenador argentino. Y cambió de sistema y de intérpretes. Mandó a Ricardo Lagos a la banca y sacó a Oslimg Mora de la lista de dieciocho. Decisiones arriesgadas, tratándose de dos jugadores con proyección. Sus reemplazos: dos centrales con poca vocación de ataque: el ‘Tato’ Rojas, quien cubrió la banda derecha y Yordi Vílchez, que hizo lo propio por el lado izquierdo, con perfil cambiado.
Christian Ramos, de lo más flojito incluso en este triunfo, se ubicó mejor. Y Míguez a pesar de su autogol lo complementó bien, yendo a cada dividida con su intensidad ya conocida. Renunciar a su terquedad le rindió frutos a Bustos: su defensa volvió a ser sólida. A veces menos es más. Y parece que ya se dio cuenta.
Concha encontró compañía (y Barcos también)
Jairo Concha fue el gran socio de Hernán Barcos en la temporada anterior. Cada vez que se juntaban, algo sucedía. Pero este año, Concha arrancó con un ojo abierto y otro cerra’o. Más allá de sus llamados a la selección peruana, no tenía ni el atrevimiento ni la precisión de meses atrás. Estaba distanciado de Barcos. La conexión estaba interrumpida, acaso de vacaciones.
Con la modificación de su sistema, ganó compañía para Concha. Los buenos, casi siempre, se entienden. El descuento en la derrota ante Colo Colo dejó esa lección. Diagonal de Édgar Benítez y servicio de Pablo Lavandeira. ¿Por qué no rodear a Jairo Concha con este dúo que además tapa las salidas? Bueno, el argentino se animó. Y le salió redondo.
Por primera vez en el año, el hincha blanquiazul degustó un poco de ese fútbol que está en sus raíces. Concha tuvo con quién tocar, y Barcos dejó de sentirse el llanero solitario.
Campos recuperó la sensación de imbatibilidad
Ángelo Campos es de esos futbolistas a los que el éxito les llegó tarde. Célebre durante muchos años por una atajada de dibujos animados, el ‘1′ de Alianza Lima estuvo a punto de dejar el fútbol en algún momento, cansado de no tener la misma visibilidad que otros compañeros de su generación.
Pero desde el año pasado, cuando Bustos le confió el arco íntimo, Campos alcanzó un nivel superlativo. Logró récords, reconocimiento y un título nacional. Por si fuera poco, Ricardo Gareca empezó a convocarlo a la selección peruana. Y hasta el momento tiene un eventual lugar en Qatar 2022. Todo eso entró en duda en esta primera parte del año. No solo dejó de ser imbatible, sino que tuvo algunos bloopers.
Hoy, en el Monumental, salvo por el autogol de Pablo Míguez, Campos estuvo seguro. Es más, le arrancó el grito de gol a Andy Polo, y provocó un contraataque que devino en el gol de Arley Rodríguez. Demostró su fortaleza en cada salida, y quemó tiempo sin ser escandaloso. Le costó tanto llegar adonde está que hará lo imposible para no aterrizar de este sueño que se ha ganado con creces.
Quispe y Polo fueron neutralizados
Si algunos jugadores debían aparecer con nitidez y desparpajo en Universitario eran Piero Quispe y Andy Polo. Quispe por representar la sangre nueva de los cremas, y Polo por ser un joven veterano de 27 años, con pasado en selección peruana. Novick debía alimentarlos, pero estaba claro que el desequilibrio se haría presente con ellos principalmente.
No jugaron mal. Pero no brillaron. A Quispe lo desgastaron en las divididas y a Polo lo controlaron en la raya. A favor de Quispe hay que decir que mostró guapería, en una fricción con el ‘Pájaro’ Benítez. Pero no dejó constancia de las virtudes técnicas que tanto le resaltan. Polo, por su parte, tuvo dos: un mano a mano con Campos y un amague donde le quebró la cintura a Yordi Vílchez, pero disparó un tirito inofensivo. No olvidemos que fue una arremetida de Santillán el que consiguió el descuento.
Ahogaron a Valera
Después de Gianluca Lapadula, Álex Valera es el centrodelantero en el que más confía Ricardo Gareca. Su historia es un manual de autoayuda. Un hombre que ha paseado su fútbol en las lozas deportivas, la arena de las playas, el césped chamuscado de la Copa Perú y desde hace algunos pocos años en el césped de la Primera División.
Su presencia estuvo en duda para el clásico debido a unas molestias físicas. Pero Álvaro Gutiérrez lo mandó desde el arranque y lo mantuvo durante todo el partido por si alguna pelota le quedaba dentro del área. Valera no tuvo ninguna ocasión de gol en gran medida por los cuatro centrales aliancistas que lo persiguieron hasta los extremos del campo —lo hubieran perseguido hasta el fin del mundo— y también por el despliegue gravitante de Ballón que no dudó en darle una mano a Míguez y a Ramos.
Dependerá de Carlos Bustos ratificar lo hecho. Los límites entre la confianza y la terquedad son muy delgaditos. Alianza Lima ganó, goleó y gustó ante el clásico rival, en gran medida, porque él estuvo dispuesto a ir contra sus creencias. Con esta victoria, Bustos gana un poco de oxígeno mientras que Álvaro Gutiérrez entra a UCI.
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