“No hay genio sin un grano de locura”. Los genios muchas veces viven en una línea muy delgada que los separa de la demencia con el mundo real. Dean Ambrose no será precisamente el luchador más técnico ni el mejor dotado para las artes “escénicas” que necesita el wrestling, pero tiene una violencia innata que mezclada con su carisma lo hacen ser un activo importante.
“La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia”. Es un luchador que pasó por una montaña rusa de status en su actual hogar, WWE. Fue el aparente líder de The Shield, un desterrado a los mid-card y un “es lo que hay” ante las lesiones de estrellas. Pero alguien se dio cuenta lo que vale y que su potencial es necesario: Es de esos elementos raros que todos quieren ver cómo se desarrolla. Pero, ¿cómo logró formar esa personalidad que mezcla una locura delirante que explota por no controlarse?
“No hay loco de quien algo no pueda aprender el cuerdo”. Ambrose es un ser único de 29 años. Tiene más de diez años sangrando en cuadriláteros. Pese a que ya tenía un bagaje, él tomó una vía que le hizo aprender el valor de dejarlo todo por el negocio, de enseñar que todos le tienen que respetar, porque él siente que se lo merece, a construir promos que lleguen al público y que solo él construye su “cinturón de campeón”: esa vía se llamó “Combat Zone Wrestling”.
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