Tras la muerte de la estrella de la NBA Kobe Bryant en un accidente de helicóptero ocurrido el domingo en California, en el que también fallecieron su hija y otras 7 personas, se desató una polémica protagonizada por una periodista del diario Washington Post.
En un tuit el mismo día de la muerte de Bryant, Felicia Sonmez publicó un mensaje con un vínculo a un artículo sobre el jugador del medio estadounidense Daily Beast de 2016.
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La nota, titulada “El perturbador caso de violación de Kobe Bryant: la evidencia del ADN, la historia del acusador y confesión a medias”, recordaba un inquietante episodio en la vida de la leyenda del baloncesto que tuvo lugar en 2003, cuando fue acusado de abuso sexual por una joven de 19 años.
La respuesta a la publicación de Sonmez —víctima ella misma de abuso sexual— no se hizo esperar: miles de internautas respondieron con ira.
Sonmez dijo haber recibido decenas de miles de comentarios negativos así como amenazas de violación y muerte. Explicó que incluso que debió pasar una noche en un hotel, temiendo por su seguridad.
El Washington Post, argumentando que los tuits de la periodista “mostraban falta de criterio que socavaba el trabajo de sus colegas”, la suspendió temporalmente para investigar si violó o no las políticas del medio en torno a las redes sociales.
Cuando aumentaron las críticas en Twitter, Tracy Grant, editora en jefe del Washington Post, le ordenó a Sonmez a que borrara sus tuits, algo que la reportera hizo.
Para quienes no tienen muy presente el caso en el centro de la polémica, cabe recordar que en 2003, cuando Kobe Bryant tenía 24 años, fue acusado de abusar sexualmente de una joven de 19 años durante una estadía en un hotel de Colorado.
El caso criminal fue desestimado después de que la joven (tras recibir amenazas de muerte, ser vilipendiada por algunos medios y su dirección publicada en internet por un error administrativo, entre otras cosas) se negara a testificar en la corte.
Bryant negó repetidamente las acusaciones, pero más tarde se disculpó públicamente, reconoció que la joven no le había dado su consentimiento para mantener relaciones, y el caso se cerró con un acuerdo confidencial entre la mujer y el jugador.
En defensa de Sonmez
Tras las medidas adoptadas por el Washington Post, el sindicato de trabajadores del diario salió en defensa de la periodista con una carta.
Dirigida a los editores del medio, la misiva expresa su “alarma y consternación” por la decisión de suspender a Sonmez por una publicación en las redes sociales, y urge al medio tomar medidas inmediatas para garantizar la seguridad de su colega.
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“Entendemos que las horas posteriores a la muerte de Bryant el domingo fueron un momento difícil para compartir información sobre acusaciones pasadas de abuso sexual”, dice la carta.
"La pérdida de una figura tan querida, y de tantas otras vidas, es una tragedia. Pero creemos que es nuestra responsabilidad como organización de noticias decirle al público toda la verdad tal como la conocemos: sobre figuras e instituciones tanto populares como impopulares, en momentos oportunos e inoportunos".
La carta añade que no se trata de la primera vez que el medio intenta controlar los comentarios que Sonmez hace en torno al tema de la violencia sexual, y hace referencia en este punto a la “vaguedad e inconsistencia” del Washington Post en torno a las políticas sobre el uso de las redes sociales por parte de sus periodistas.
De esto se hicieron eco dos columnas de opinión publicadas en el mismo medio, que defienden con firmeza la posición de Sonmez quien, según dijo, publicó el vínculo "con la intención de aportar una pieza importante de información a los primeros relatos de la vida y la carrera de Bryant, y para contrarrestar los tuits que aparecieron desestimando las acusaciones contra Bryant como insignificantes".
“¿Qué hizo Sonmez para merecer este trato?”, se pregunta Erik Wemple del Washington Post. “Tuiteó una muy buena historia del Daily Beast”.
En su blog, Wemple critica las objeciones del periódico contra Sonmez y pone sobre el tapete —al igual que la carta del sindicato—un tema polémico: ¿es correcto hablar mal de los muertos?".
Venerar a los muertos, una creencia arraigada en la cultura popular
En opinión de Wemple, la ira que despertó el tuit de Sonmez tiene que ver con la creencia popular que no ve con buenos ojos hablar mal de los difuntos.
Pero este consejo tiene validez para todos, “excepto para historiadores y periodistas, en los que el público confía para que les cuenten todos los detalles (...) de la gente influyente”.
Bryant cae en esta categoría, continúa Wemple, así como el oscuro incidente que reflejó el tuit de Sonmez.
Otra artículo de opinión del New York Times ahonda en el mismo conflicto ético y moral.
“No toda la gente que muere es buena. Aún así, hay una gran presión social para pretender que lo eran, al menos por un tiempo”, dice su autora Iskra Fileva, profesora asociada de filosofía de la Universidad de Colorado, Boulder.
“Pero cuánto tiempo debe pasar exactamente, nunca ha quedado claro”, continúa.
En casi todas las culturas, la alabanza póstuma inmediatamente después de la muerte es la norma, dice.
Salvo en los casos de las figuras evidentemente malas, la regla generalizada es que las horas y los días que le siguen a la muerte de una persona, deben ser momentos de tristeza y recuerdos positivos.
“Yo creo que esa es la norma que violó la reportera Felicia Sonmez del Washington Post”, concluye Fileva.
“Si hubiese escrito el tuit una semana antes, cuando Bryant estaba vivo y en buena salud, sospecho que hubiese enfrentado pocas críticas”.
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