Cuatro partidos jugados, cuatro ganados. Diez goles a favor y solo cuatro en contra. Los números son inabordables. Hablan por sí mismos. El logro está evidenciado en estos números. La medalla de oro en Nanjing 2014 le calza perfecta a la selección Sub 15, porque fue mejor que todos sus rivales. Y allí termina el análisis.
El camino de la selección no fue ni tan corto ni tan largo. Los pasos del equipo de Juan José Oré fueron agigantándose victoria tras victoria. Primero contra Islandia (2-1) y luego contra Honduras (3-1) en la fase de grupos. En semifinales, el equipo nacional venció 3-1 a Cabo Verde y, finalmente, se hizo de la medalla dorada tras ganar 2-1 a Corea del Sur en el partido definitorio, siendo Fernando Pacheco el goleador del equipo con tres anotaciones.
“Si este grupo sigue creciendo como hasta ahora, creo que será decisivo para las aspiraciones que alberga Perú de regresar al Mundial”, dijo ayer Oré en una entrevista concedida a la FIFA. Esto, sin embargo, dependerá de una mejor y más seria política en el fútbol de menores que incluya la protección y seguimiento de los futbolistas de esta categoría.
Hace aproximadamente dos semanas, el periodista Mario Fernández escribió en Deporte Total lo que normalmente sucede en el Perú: “Aquí se acentúa la teoría de que los jugadores que destacan en el fútbol infantil y juvenil, no logran llegar a estrellas en la edad adulta”. Y los ejemplos son numerosos. Quizás el más claro es el de la generación de Manco, que se diluyó con el tiempo.
Estos chicos menores de quince años lograron lo que nadie pudo en la historia del fútbol peruano: conseguir el oro en este deporte. La medalla ya está en el cuello de estos muchachos, que merecen mucho más que un aplauso. Eso sí, aún no han tocado el cielo. Pero este es el buen inicio de un camino largo. Demasiado largo.