MARIO FERNÁNDEZ @eltigredeDT
La selección peruana versión Pablo Bengoechea se presenta en sociedad en Lima ante Panamá. ¿Atractivos? Casi nada, aunque me llama la atención un jugador que ha sido voceado para jugar en la primera línea de volantes como Carlos Ascues.
El hombre de la San Martín se inició en Alianza Lima como zaguero central y en la Sub 20 de Gustavo Ferrín lo hacía del mismo modo y con la cinta de capitán. Luego se desligó de los íntimos y sabrá Dios qué empresario fatal lo llevó a Portugal para que perdiera importantes meses entre distracciones personales, líos documentarios y falta de entrenamiento profesional.
Lo único que Ascues tenía a su favor es la juventud. Volvió al Perú y aterrizó en Santa Anita, donde Julio César Uribe lo llevó a reaccionar. Este jugador debería saber que tiene una gran oportunidad de impresionar en un puesto en el que todavía se extraña a un caudillo como José Velásquez. Como mínimo, emular el físico.
Aparte de Ascues, tengo curiosidad por Hernán Hinostroza, otro que posee un talento innato, pero mínima seriedad hasta la fecha. Hoy tiene una oportunidad, pero no sorprendería que cumpliera su propósito de destacar y luego perderse otra vez entre las sedas de la mediocridad.
Bengoechea tendría que instalar el discurso de que esto no es de uno o dos partidos; esto es una campaña de largo aliento que culmina dentro de tres años. El jugador peruano no alcanza a comprenderlo y se conforma con el salario nutritivo de clubes con escaso orden, un auto brillante y mejores aparatos electrónicos para aislarse de una realidad rotunda: en fútbol la única forma de alcanzar la gloria es el sacrificio y la conciencia. La única forma que tiene el técnico de predicar esto es con el ejemplo. Ojalá en eso esté a la altura.