A pocos días de la nueva convocatoria para los amistosos de marzo ante Paraguay (22) y El Salvador (26), el dilema por resolver de Ricardo Gareca será encontrar soluciones prácticas e inmediatas para problemas de fondo. Por lesión o inactividad, el técnico de la selección no tendrá a sus habituales zagueros en óptimas condiciones. La necesidad lo obligará a seguir modificando un entramado que parecía inmodificable tras el Mundial por sus sobradas muestras de eficiencia que le ofrecieron una saludable solidez defensiva a Perú.
Si en Rusia 2018 ya Alberto Rodríguez abdicó como central inamovible por sus molestias físicas, Anderson Santamaría tomó el testimonio con prestancia y gran fiabilidad. Sin embargo, mientras el proceso de sanación del ‘Mudo’ continúa –volvería en abril tras su rotura del tendón de Aquiles–, el zaguero del Atlas mexicano tiene dos semanas sin ver acción por un hematoma en el empeine. Situación similar padeció Miguel Araujo, quien volvió a la convocatoria de Talleres de Córdoba para el duelo copero de hoy ante Palestino luego de dos semanas y media en el dique seco por un problema en la rodilla. Para completar el panorama tremendista, Luis Abram, el pasajero 24 que se quedó sin Copa del Mundo en el último corte, recién recuperó este año la titularidad con Vélez el fin de semana pasado tras recuperarse de una sobrecarga muscular.
Pero el presente que preocupa más es el de Christian Ramos. Llamado a ser líder de la zaga en ausencia del ‘Mudo’, hoy sigue sin resolver su presente. Quedó fuera del Al Nassr luego de jugar apenas un partido en febrero y su regreso al fútbol peruano sigue con el freno de mano puesto. Muchas opciones no tiene con la mayoría de mercados cerrados. Su paso por Arabia Saudí fue un retroceso. Al menos se esperaba que tuviese continuidad en una liga menor.
Sin Rodríguez esas son las cuatro cartas que Gareca usualmente tiene en su baraja. Solo se sumó Alexander Callens para el duelo con Estados Unidos. El zaguero del New York City está en pretemporada y tampoco cuenta con el ritmo deseado. Todos alternaron armando diferentes parejas en los amistosos tras el Mundial, aunque ninguna con la seguridad requerida para gozar de una de las grandes virtudes de la selección que desde el 2017 hasta Rusia 2018 recibió 10 goles en 18 encuentros, una media bastante buena para una selección tradicionalmente débil en defensa y ante más de un rival de peso.
Hoy recuperar la memoria defensiva urge más que encontrar al sustituto de Paolo Guerrero como referente en el área rival. Los últimos partidos preparatorios en canchas nuestras (0-2 frente a Ecuador y 2-3 ante Costa Rica) dejaron un saldo que nos remite a tiempos de paludismo crónico, cuando nuestra fragilidad histórica se pagaba con dolorosas goleadas.
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