Mañana, domingo 26 de enero, cumpliría 91 años de edad el Dr. Alberto Varillas Montenegro, fallecido hace menos de un mes, a quien apreciamos, admiramos y recordaremos siempre.
El Dr. Varillas fue un hombre íntegro, comprometido con la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), de la cual fue egresado, tanto de Derecho como de Literatura, y donde se desarrolló como estudiante, profesor, secretario general y presidente de la Asociación de Egresados y Graduados (AEG).
Hoy que la PUCP se enfrenta a ciertas situaciones complicadas, que estamos seguros sus autoridades sabrán solucionar, es importante recordar que se trata de la mejor universidad del Perú, según rankings internacionales, y compartimos el deseo y el compromiso de que continúe ofreciendo una educación de excelencia.
Tuve la suerte de coincidir con Alberto muchas veces a lo largo de mi vida. Con algunos años de diferencia, fuimos al Colegio Santa María, estudiamos en la PUCP e interactuamos cuando él era secretario general y yo candidato a la Federación de Estudiantes. Luego, ambos fuimos presidentes de la AEG de la universidad. Además, en los últimos 20 años tuve el privilegio reunirme con él en animados encuentros de conversación y reflexión.
Nuestras conversaciones siempre fueron constructivas y con una visión muy amplia de la educación en el Perú. El tema político no podía faltar, pero siempre buscando soluciones y consensos, y nunca quedándonos en los problemas.
Alberto era entretenido, generoso e inteligente, siempre dispuesto a escuchar y a dar de su tiempo a la PUCP y a la Academia Peruana de la Lengua. Se interesó mucho por el proceso de paz entre Perú y Ecuador, escribiendo sobre el tema con mucho conocimiento.
Fue Ministro de Educación en 1992 y Embajador del Perú en Costa Rica de 1994 a 2000, labores que cumplió con lealtad y profesionalismo. Se sentía orgulloso –y con razón– de su paso por la función pública. Seguramente su nombramiento como Ministro de Educación despertó recelos, al no formar parte del círculo predominante de la PUCP, pero muchos de nosotros nos sentimos orgullosos de ese merecido reconocimiento.
Cuando fue nombrado Embajador en Costa Rica hubo quienes lo criticaron por servir al Perú durante el gobierno del ingeniero Alberto Fujimori. ¡Qué mezquindades las que tienen algunos al no reconocer el compromiso que tuvo Alberto Varillas al representar brillantemente a nuestro país!
Alberto fue, además, un prolífico padre y un gran esposo para Virginia. A pesar de sus múltiples roles, siempre supo encontrar tiempo para sus amigos, y me honra haber sido parte de ellos.
Alegre y bromista, a veces hasta irreverente, pero siempre con la fineza y calidad de un hombre de bien. Sus amigos lo vamos a extrañar, la PUCP debe sentirse orgullosa de él, especialmente la Asociación de Egresados y Graduados que le debe un reconocimiento especial, y el Perú lo recordará siempre como un hombre valioso que dedicó su tiempo a construir un país mejor.
Alberto, querido amigo, los que asistimos a los “café-inteligentes” te vamos a extrañar.