El camino hacia una transición energética justa en América Latina y el Caribe parte por un reconocimiento de la situación de desigualdad y pobreza en la región. Cada país debe revisar qué aspectos debe aplicar en este proceso de transición, sostuvo Sergio Díaz-Granados, presidente ejecutivo del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), en una conversación con distintos medios de comunicación de la región, entre ellos El Comercio, en Santiago de Chile, con motivo de la presentación del Reporte de Economía y Desarrollo “Energías Renovadas: Transición Energética Justa para el Desarrollo Sostenible”.
En este espacio, el titular de CAF indicó que la transición en la región debe mirar el crecimiento en la capacidad de producción de energías no renovables y trasladarla a la producción de bienes y servicios.
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Esto no significa que las medidas sean de un momento para otro. “No vemos la transición como un salto al vacío, no puede ser una acción intempestiva ni tampoco abrupta”, precisó.
Díaz-Granados mencionó que el sector de servicios y el de tecnología son los que tienen una mayor intensidad de consumo de energía. En ese último, mencionó que el uso energético por la inteligencia artificial Chat GPT en un día, puede ser comparado con el consumo de 250.000 hogares en California, Estados Unidos, durante un año.
Y es que si el futuro está relacionado con la tecnología, la inteligencia artificial, los ‘data centers’ y las supercomputadoras, se debe contemplar qué tipo de fuentes energéticas pagarán el consumo que realice ese sector, agregó.
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La electrificación que tenga como fuente energías limpias también llevará a que la región tenga una respuesta respecto a cómo cerrar las brechas de pobreza y desigualdad, además de la forma en cómo la sociedad pagará por los resultados de una transición justa.
Este proceso de transición energética también deberá ir de la mano con la ayuda del sector privado, apuntó, por lo que se necesitan reformas regulatorias que generen condiciones en favor de la movilización de capital privado y se tengan los mejores programas de inversión de proyectos que lleven en el largo plazo al aumento en la capacidad de producción energética en la región.
Ello no implica una desregulación acelerada para estas inversiones. “Una mala regulación y una ausencia de regulación no son buenas ideas”, acotó.
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La transición energética también implicará revisar las ventajas que tiene cada país, como la producción con fuentes de hidrógeno, solar, eólica o vías de transmisión.
“País por país [hay que] mirar las condiciones de cada uno y ver qué significa esta expresión de transmisión energética justa. En algunos países puede ser más regulatorio, más requisitos privados o van a aparecer las ventajas comparativas de cada país”, señaló.
Otro recurso que también tiene América Latina es el gas natural, que puede contribuir en el proceso de transición a energías más limpias. Por ello, el presidente ejecutivo de CAF indicó que la región cuenta con US$15 trillones de en este recurso, lo que equivale a un periodo de 10 a 12 años de ingresos fiscales para América Latina.
CAF
Díaz-Granados señaló que una de las metas de CAF es duplicar su tamaño al 2030. En ese sentido, en 2022 se aprobó, en Asamblea de Accionistas, una capitalización por US$7.000 millones, por lo que vienen firmando los convenios con los países de CAF para los aportes de capital.
“El banco viene creciendo a un promedio de 7%, el año pasado creció 9,38%, este año vamos por encima del 7%”, dijo, y mencionó que han desembolsado más de US$9.000 millones el año pasado, entregado a los países para apalancar distintos programas y proyectos en la región.
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