La cadena Ämak Perú, ganador del premio Creatividad Empresarial de la UPC, apuesta por capacitar a las personas de las zonas donde operan para generar un equilibrio económico y empoderarlas. Se trata de un modelo de operación turística horizontal, cuenta Navarro, su gerente general.
— ¿Cómo nace Ämak?
Ämak Perú nace el 2016 como un modelo de ‘condo hoteles’ en Iquitos, que luego pasan a ser una operación turística. Buscamos empoderar a las personas de los lugares donde nos encontramos y generar mayor conciencia local, que la gente se valore a sí misma y entienda que el turismo puede ayudar a generar ingresos dignos.
En este concepto, los visitantes van a conocer la zona, aprender del lugar y, para ello, optamos por capacitar a la gente local, volverla profesional en funciones turísticas, para que puedan sentirse igual al visitante.
— Luego ingresaron al Valle Sagrado.
En el 2019 apostamos por entrar al Cusco, al lado del río Urubamba. Queríamos conectar estas dos maravillas, estar más cerca de Machu Picchu por su importancia turística y el crecimiento que se estaba dando. Nuestra visión futura es tener una operación en la costa, sierra y selva, y poder mostrar el Perú con el concepto de Ämak, que consta en compartir el turismo y volverlo más sostenible.
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— Trabajan con las comunidades en sus zonas de interés para ofrecer esa experiencia.
Sí. Conseguimos armar una cadena de valor interesante porque esto empieza en un lugar remoto en Iquitos y teníamos que hacer el camino interesante, así que realizamos alianzas con instituciones y organizaciones que tenían esta visión de sostenibilidad conecta.
Buscamos experiencias inmersivas, para que los visitantes sientan que no solo son expectantes, sino que están contribuyendo y metiendo mano en cada actividad en la que estás con Ämak.
Apostamos por alianzas con una visión empática. Por ejemplo, tenemos una que es Ecohuella, que es una escuela de agricultores que capacitan a los campesinos de las alturas. Esto ya tiene más de 15 años e inclusive han conseguido tener un banco de semillas orgánicas. Se busca romper la cadena que destruye y contamina la tierra y que usa productos como pesticidas que no ayudan al tema alimenticio.
La Asociación de Jóvenes Imperio Urco que van 15 años empoderando a los mismos jóvenes que ahora han de tener de 28 a 35 años. Capacitan a los más jóvenes después del colegio en orfebrería, para darles un talento y eviten migrar y usen este valor en su zona pero, si migran, salgan capacitados.
— El cliente se vuelve “parte de”.
Hemos roto ese cliché de que el cliente tiene la razón. Nosotros buscamos a este cliente consciente que viene entregado y respetuoso, que sabe que un ser humano lo está atendiendo y eso lo valora tanto, que trata de aprender y compartir, no solo recibir.
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— Valoran también la experiencia de las personas mayores.
Hoy todos apuestan por el potencial joven. En otras culturas, el antiguo es el sabio y el más escuchado. En Iquitos nos pasaba mucho que mandábamos jóvenes a podar y ordenar la vida ecológica, pero los chicos volvían mordidos y picados (por los animales). Juntamos equipos con personas mayores. Esta sabiduría de la persona mayor junto a la energía del joven genera un valor muy importante. Esto ayudó también a generar un equilibrio de mayor respeto -y que se va perdiendo- hacia las personas mayores.
- Ganaron el premio Creatividad Empresarial, ¿qué significó este reconocimiento?
El premio dado por la UPC ayudó a empoderar mucho más al equipo. Era consolidar ese pensamiento por el que la gente apostó y se pudo ratificar. Siempre ha sido un ideal ganarlo, tuvimos la oportunidad de participar y demostrar que lo que hacíamos era tangible.
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