La ampliación del aeropuerto internacional Jorge Chávez no está garantizada en su totalidad para el 2024, confirma a El Comercio Juan José Salmón, gerente general de Lima Airport Partners (LAP), el concesionario de nuestro principal terminal aéreo.
Ello debido a que la firma ha pedido al Estado que postergue la entrega del segundo terminal de pasajeros del aeropuerto, que según su contrato de concesión debe estar listo para dentro de cuatro años. “El Ejecutivo aún no responde a nuestra solicitud”, comenta Salmón. Mientras no lo haga, LAP no avanzará ningún cronograma vinculado a esta obra, que está valorizada en US$1.000 millones.
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Los trabajos que sí están encaminados son los de la segunda pista de aterrizaje y la nueva torre de control del Jorge Chávez, que deberán estar listos para el 2022. Entre ambas estructuras el concesionario invertirá cerca de US$500 millones, que ha obtenido a través de la banca internacional.
Este potencial retraso en la ampliación del aeropuerto ha provocado la alerta de la Sociedad de Comercio Exterior (Cómex Perú). Su gerenta general, Jessica Luna, señaló a este Diario que el Jorge Chávez perderá todavía más competitividad si no se mejora su infraestructura. “Estas obras ya están postergadas varios años. El aeropuerto estaba colapsado en el 2019”, explica.
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Sin embargo, Juan José Salmón justifica su pedido señalando que la actual crisis del COVID-19 es un motivo de fuerza mayor para LAP, que los obliga a retrasar los trabajos. “Es probable que este 2020 lo cerremos con solo seis millones de pasajeros, que era el tráfico que teníamos hacia el 2006. Eso implica un retroceso de 14 años”, anota.
Además, indica que no es posible hacer estimaciones sobre los tráficos que tendrán a futuro debido a la situación de incertidumbre. Sin ello, no pueden salir a recabar fondos en el mercado financiero para solventar las nuevas obras, detalla.
PÉRDIDA COMO ‘HUB’
La propuesta del concesionario también ha provocado críticas en la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés). El vicepresidente para las Américas de esta organización, Peter Cerda, señala a El Comercio que las obras deben impulsarse a pesar de la crisis actual. “Se tiene que trabajar de una manera responsable. Lima fue un centro de conexiones (‘hub’) importante para Sudamérica hasta hace 10 años, pero hoy ha perdido posiciones frente a Bogotá y Panamá”, refiere. “Y puede quedarse todavía más rezagada”.
En esa línea también opina Miguel Mena, socio especializado en el sector aeronáutico del estudio CMS Grau. “El aeropuerto ya estaba saturado antes de la pandemia y no podemos esperar a que eso se repita. Durante el 2019, en el Jorge Chávez se realizaban 25 operaciones aéreas por hora, mientras que en el aeropuerto de Santiago de Chile se hacían 60”, comenta para ejemplificar la situación pre-COVID-19.
Es una circunstancia compleja apenas reactivados los vuelos internacionales y que, por lo menos, exige una coordinación entre todos los ‘stakeholders’ del mercado, como sugiere el CEO regional de Viva Air, Félix Antelo. “Me parece razonable postergar algunas obras en el aeropuerto en la medida que bajen los costos de los servicios”, señala, y precisa que “no se ha dado un debate serio sobre el tema”.
¿Qué responderá el Estado?
EN PUNTOS
1.- La concesión de LAP sobre el aeropuerto Jorge Chávez se inició en el 2001 y se extenderá hasta el 2041.
2.- El concesionario se ha comprometido a ampliar el aeropuerto con una segunda pista de aterrizaje, una nueva torre de control y un segundo terminal de pasajeros.
3.- La segunda pista y la nueva torre las entregará en el 2022, tras invertir cerca de US$500 millones.
4.- No avanzará respecto al segundo terminal de pasajeros hasta no tener una respuesta del Estado.