Mientras le daba una mirada a la revista de una aerolínea, encontré una infografía que mostraba la distancia entre el aeropuerto y el centro para varias ciudades en el mundo, así como el tiempo que tomaba recorrerla en bus, automóvil o tren. La revista no hacía el cálculo de la velocidad promedio del recorrido, pero usando los datos que proporcionaba, lo hice para un bus y para un automóvil.
Usando el dato de los buses, la velocidad promedio en casi todas las ciudades europeas mostradas superaba los 20 km/h en casi todos los casos, destacando Barcelona, Milán y Fráncfort; solo en Lisboa fue de 9 km/h. Mientras tanto, en EE.UU. hay una gran dispersión, pero apuntando a que mientras menor distancia, menor velocidad promedio; así, en aeropuertos como el de Boston, Las Vegas y Miami la velocidad se ubicó entre 9,6 y 14,9 km/h, mientras que en Los Ángeles y Nueva York superó los 20 km/h.
En cuanto a América Latina, los casos en los que el desplazamiento resultó más rápido fueron Bogotá, Quito y San José, superando en todos los casos los 30 km/h. Por el contrario, las ciudades en donde los buses tienen menor velocidad promedio fueron Sao Paulo [Congonhas] (10,4 km/h), Guayaquil (7,5 km/h) y, sin mucha sorpresa, Lima (6,4 km/h).
Esta historia, en la que la velocidad para ir al aeropuerto en Lima es la menor entre varias ciudades en el mundo, nos muestra carencias de infraestructura en varios niveles. La primera es que ni siquiera tenemos tren, aunque esa carencia la compartimos con varios países en la región. La segunda es que no tenemos un medio de transporte masivo eficiente. La tercera es que el auto no necesariamente es una solución adecuada; en ese caso, aunque la velocidad sube a 16 km/h, sigue siendo una opción más lenta que los buses en otras ciudades.
Sabemos que el aeropuerto Jorge Chávez ya está saturado y que las obras del Terminal 2 están retrasadas. Pero pensemos que la brecha de infraestructura no está únicamente ahí sino en la movilidad dentro de la ciudad, ilustrada en la dificultad para acceder al aeropuerto. Sin embargo, dada la oferta electoral que tenemos en esta campaña municipal, lo más probable es que el retraso se acentúe en los cuatro años siguientes.
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