En estos días se han producido dos cambios significativos que influirán en las perspectivas de la economía peruana para el 2020.
Uno es externo, la primera reducción en diez años de la tasa de referencia de EE.UU., y el otro es local: el anuncio de la propuesta presidencial de adelantar un año las elecciones generales.
El primero reconoce que el panorama mundial es complejo y busca que EE.UU. sostenga su crecimiento a pesar de que la guerra comercial ha seguido escalando. En la medida en que el mundo registre una desaceleración ordenada y no una caída abrupta en el ritmo de crecimiento, la decisión de la FED podría hasta ayudar a recuperar los flujos de capital hacia países emergentes.
►A dos años del bicentenario, por Juan Carlos Odar►Apuntes sobre la productividad, por Juan Carlos Odar
El segundo es el más difícil de estimar. Por cierto, ha generado incertidumbre, pero no es sencillo calcular cuál hubiera sido el crecimiento del 2020 en ausencia de la mencionada propuesta presidencial.
El consumo privado seguiría creciendo, aunque probablemente golpeado en su componente de bienes duraderos, las exportaciones no responden a las condiciones locales y el gasto público debería dinamizarse, sobre todo la inversión. Pero incluso esto último tiene riesgos, ya que la mayor parte del gasto de capital no depende directamente del Gobierno nacional.
Por su parte, la inversión privada se vería afectada, ya que ante los riesgos habrá decisiones que se diferirán. Sin embargo, los proyectos que ya estén en ejecución seguirían en marcha. El efecto neto no se puede saber con certeza, pero sí es probable que sea acotado, pues ya el tema político había influido; la inversión estaba prácticamente estancada, de modo que el escenario político tenía influencia negativa.
En ese sentido, el impacto adicional será más moderado que si la inversión hubiera sido más dinámica. Finalmente, las importaciones también perderían velocidad en línea con la demanda interna. Esto ayudaría a limitar los efectos negativos del nuevo contexto.Pero no debe perderse de vista el impacto adverso de la incertidumbre, y esta ahora viene de varias fuentes relativas al tema electoral: ¿cómo será la transición?, ¿cuándo serán las elecciones?, ¿quiénes serán los candidatos? El balance de los nuevos factores es negativo, y el próximo año nuevamente veríamos a la economía peruana a un ritmo muy por debajo de su potencial.
El crecimiento sería modesto e insuficiente para generar empleo y reducir la pobreza. Los márgenes de maniobra de los que disponen las autoridades de política fiscal y monetaria son amplios y ayudarían a enfrentar las nuevas condiciones, pero no son ilimitados. Resolver pronto la incertidumbre será crucial para la economía.