Hubo un tiempo en que -a no ser que jugara Escocia y luciera su camiseta azul marino- la indumentaria de los árbitros y los chimpunes de todo el que entrara a una cancha de fútbol eran invariablemente negros. En ese tiempo, las camisetas de los principales equipos de fútbol lucían, casi paradójicamente, ‘en blanco’, es decir sin publicidad alguna. Notable pionero en destacar el poder de la marca, Johan Cruyff se dio el lujo de jugar el Mundial de 1974 con una camiseta que lucía dos franjas en las mangas, mientras que las del resto del equipo holandés tenían 3; después de todo, eran auspiciados por Adidas.
Localmente, para el Mundial de España 82, un desaparecido diario local sacó una promoción “para que estés bien de moda” con imitaciones de las camisetas de las selecciones participantes. Pero la presencia de logos, marcas o publicidad en la indumentaria deportiva empezó a notarse, aunque solo progresivamente, hace unos 35 años.
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Hasta entonces, la publicidad se ubicaba fundamentalmente en los estadios. Por ejemplo, paneles de empresas y marcas que perduran hasta hoy (América TV, Chevrolet, Coca-Cola, Crush, Eno, Pepsi, Philips, Power), y de otras que desaparecieron hace ya buen tiempo (Aeroperú, Teem) e incluso de otras solo presentes en los países contra los que la selección jugaba (Los Tres Elefantes) fueron testigos en 1981 de la clasificación del Perú al Mundial de España. Fuera de esa y la que se veía en la televisión y se oía en las radios durante los partidos, en ese entonces no había mucho más publicidad en el fútbol.
La primera camiseta que recuerdo con publicidad de alguna marca es la del Colegio Nacional de Iquitos, el CNI, que lucía en los albores de los años 80 el auspicio de Inca Kola. Pero en esa época los colores corporativos o el uso de marca eran temas sin la importancia de ahora. Por eso, las palabras lucían en formato vertical en dos columnas contiguas, con la “K” de la segunda palabra a la altura de la “N” de la primera. Y nadie se fijaba mucho tampoco en el tipo de letra utilizado.
El uso de camisetas con publicidad pasó poco a poco a ser más frecuente en el torneo local. Así fue como, sin ser exhaustivo en el recuento, en esos años Unión Huaral lució el patrocinio de Nissan, Juventud La Joya el del Banco Latino, UTC el de Confecciones Andinas y Sport Boys el de Roddy.
Pero los principales equipos empezaron a lucir publicidad en sus camisetas después de que varios otros ya lo habían hecho. Y empezaron con la de quien fabricara la camiseta. De este modo, mucho antes de que empezara a lucir de manera permanente el logo de cerveza Cristal, en la camiseta de Sporting Cristal figuró Diadora hacia 1986 y Puma hacia 1988. Por esos años, el Deportivo Municipal usaba camisetas provistas por la fábrica textil Cuvisa (Compañias Unidas Vitarte Victoria S.A.).
Puma también salta en 1988 desde su discreto logo al lado derecho a la altura de la insignia hasta el centro de la camiseta de Alianza Lima, con una figura y letras grandes en color rojo. Para 1989, el auspiciador principal de los íntimos era el Banco Popular y en 1992 pasó a serlo el Banco de Comercio.
En el caso de la U, la demora fue mayor. Para 1993 lució la publicidad de Anchor y en 1994 la de Nicolini en el pecho, mientras que en la espalda iba el logo de (Farmacia) Deza. Pero en 1992 la camiseta aún estaba en blanco. Así lo atestiguan las imágenes del debut de Juan Carlos Letelier y Ronald Baroni en el equipo crema, con goleada 4 a 0. Eso sí, Cienciano, su rival de esa fecha, ya lucía en el pecho a Kiwigen.
Por esa época, específicamente hacia 1991, Defensor Lima lució en el pecho el antiguo logo de Interbanc, así, con ‘c’ al final, ya que el cambio de nombre se dio en 1994, tras la privatización de la empresa. Cabe mencionar que Interbanc y el anteriormente mencionado Banco Popular eran, junto con el Banco Continental, parte de lo que se conocía hasta inicios de la década de los 90 como la Banca Asociada, es decir entidades financieras de propiedad del Estado.
Cerramos esta columna con el equipo que merece el dudoso honor de ser el precursor de la informalidad en el fútbol peruano, o al menos su más notable difusor. Ese es el mencionado Atlético Defensor Lima, campeón del torneo descentralizado en 1973, descendido en 1978 y retornado a primera división en 1989. 1994 fue su último año en primera división, siendo dos aspectos los más memorables de dicha campaña: 1. La goleada 11 a 1 que recibió de parte de Sporting Cristal, facilitada por el desánimo generalizado de sus impagos jugadores y 2. La marca principal de su camiseta, Erectol, improbable antecesor del sildenafilo, comercialmente conocido como Viagra.
La informalidad del equipo ya venía al menos desde la campaña previa, cuando fue auspiciado por el lamentablemente recordado CLAE. Incluso lució el logo de dicha entidad hasta un par de semanas después de que fuera intervenida. No es posible cerrar estas líneas sin recordar al general Félix Tumay, presidente del club no solamente cuando el Defensor Lima descendió por vez final de la primera división, sino también de la segunda, en 1997.