“JW Marriott tiene muchos hoteles, pero pocos que son joyas”, dice Rodrigo Rizzi, nuevo gerente general del JW Marriott El Convento, que abrió sus puertas en el Cusco hace siete años.
Ubicado en el centro histórico de la Ciudad Imperial, a pocas cuadras de su Plaza de Armas, en el que fuera el antiguo convento colonial de San Agustín, el hotel cinco estrellas ha desarrollado una estrategia de márketing propia –según Rizzi– diferenciada del resto de los hoteles de su categoría (Palacio del Inka, Palacio Nazarenas y Monasterio, por citar algunos).
Explica que parte de esa estrategia implica trabajar con las tarifas, pues “la gran disputa es posicionar las tarifas para lograr un buen ingreso”.
Al respecto, precisa que en el 2017 obtuvieron una ocupación del 70% con una tarifa media de US$200 por habitación.
“Ahora buscamos incrementar la tarifa por sobre este monto”, adelanta el ejecutivo a Día1.
En ese sentido, observa que el interés que genera Cusco en el mundo se mantiene sólido, en particular en Estados Unidos, de donde proviene el 70% de sus huéspedes. “Para los americanos, Machu Picchu es el destino número uno entre la oferta turística peruana. Si solo estuviera en el top 5 ya sería muy bueno“, resalta.
COMPETENCIA Y EXCELENCIARizzi sostiene que la competencia es saludable entre los hoteles de lujo en el Cusco, a diferencia de otros segmentos y destinos nacionales, donde existe una mayor presión por bajar los precios. Vale acotar aquí que en Lima, por ejemplo, se habla con frecuencia sobre una guerra de tarifas en el segmento de cuatro estrellas.
En ese contexto, la apuesta de “la joya del Marriott” es por la excelencia. El hotel fue reconocido el año pasado por la cadena como el mejor en servicio al cliente a nivel mundial.