¿Debería preocuparnos el déficit fiscal? Por ‘default’ la respuesta es “sí”. Sin embargo, si contextualizamos la pregunta y la leemos teniendo en cuenta nuestros indicadores económicos, la respuesta no deja de ser la misma, pero se complejiza.
En julio, pese a las advertencias del Consejo Fiscal, el MEF cambió la regla fiscal de 2% a 2,8%, lo cual en la práctica amplió el techo para el balance de ingresos y egresos de este año. Con el pasar de los meses, y el 4% de déficit registrado en agosto, se ha ido incrementando la atención en este indicador, dada su importancia para las calificadoras de riesgo internacionales.
La credibilidad en la capacidad de pago que tiene el Perú es algo con lo que no podemos ni debemos jugar, por lo que nuestra bien resguardada macroeconomía sigue parámetros estrictos de endeudamiento. Por ley estamos incapacitados para endeudarnos como lo hacen Estados Unidos o Japón.
¡Y con razón!, pues nuestro tamaño y capacidad son limitados versus países desarrollados. Podemos decir que este manejo es de los pocos que se hacen ‘by the book’ en nuestro país.
Que el BCR haya proyectado que terminaremos el 2024 con un déficit de 3,3% refleja lo que el emisor observa. Si esto es grave o no dependerá de la cifra en diciembre, y, sobre todo, de su “por qué”.
Por ejemplo, acabar el 2024 con menores ingresos fiscales pero con el gasto estable, es distinto a tener menores ingresos fiscales y mayores gastos. Es esto, entre otros factores, lo que revisarán las calificadoras de riesgo: la gestión de las finanzas públicas, y así también la oportuna (o no) comunicación que se tenga con los distintos ‘stakelholders’ sobre las decisiones que tome el Gobierno.
El MEF ha indicado que espera terminar este 2024 cerca al tope del déficit –sería antinatura que este sector considerara algo distinto–, y para ello deberá demostrar que hace todos esfuerzos para que el balance juegue a su favor.
Dado que es poco probable que los ingresos fiscales mejoren en el corto plazo, hay que pelear las normas aprobadas por el Congreso que generen mayores gastos –algo a lo que le falta empeño– y hay que revisar con detenimiento el gasto corriente. Hay que tomar decisiones. El cambio de perspectiva de negativo a estable de Moody’s es una buena noticia. Hay que asegurarnos de seguir ese camino.
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