LUCY KELLAWAYColuminista de Management
Si uno quiere tener éxito en el trabajo, hay una característica que se necesita más que cualquier otra. No es la creatividad, o la inteligencia emocional, o la facilidad con la gente, o la experiencia, o el juicio o hasta la agudeza innata. Es la diligencia.
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Todos los estudios académicos llevan décadas diciendo esto mismo, sugiriendo que sea cual sea el trabajo, este atributo es lo que separa a los que tienen éxito de los que no lo tienen.
Sin embargo, ahora parece que ser concienzudo es solo el principio. Lo que se necesita es un esposo o esposa que también lo sea.
Según un estudio por publicarse en “Psychological Science”, las características de la persona que uno desposa tienen un efecto sobre cuán bien le irá a uno en el trabajo, un viento favorable o desfavorable proveniente de él o ella puede determinar si uno será ascendido o recibirá un aumento y si a uno le parecerán relativamente tolerables los días en la oficina, o no.
Investigadores en Washington University en St. Louis han pasado los últimos cinco años estudiando a parejas casadas –en la mayoría de las cuales ambos esposos trabajan– y correlacionando el éxito de cada individuo con cinco características de sus desposados: extroversión, franqueza, conformidad, neurosis y diligencia. Descubrieron que esta última tenía un gran efecto positivo: a las personas con maridos y mujeres concienzudos simplemente les iba mejor.
Esto tiene sentido por tres razones. Primero, es más probable que un esposo concienzudo recuerde sacar la basura y asegurarse que haya algo para la cena. Si uno se casa con alguien así, no tiene que estar totalmente estancado en estas cosas uno mismo. Segundo, dan un gran ejemplo. Si son organizados y puntuales y diligentes, todas esas cosas fuera de moda pero absolutamente maravillosas que siempre caracterizan a la gente concienzuda, ayuda a uno a también serlo. Y tercero, si uno fue lo suficientemente inteligente para casarse con alguien así, su casa funcionará como una máquina bien engrasada, lo cual significa que uno llegará al trabajo considerablemente menos estresado que los colegas que llegan de un hogar caótico donde las cuentas no se pagan y las noches dedicadas a los padres se olvidan.
El informe se suma a la pila de estudios que nos dicen que el mundo pertenece a los concienzudos. Entre otras cosas nos muestran que a los niños concienzudos les va mejor, que los individuos concienzudos son más felices en el trabajo y hasta viven más años.
En cierto sentido esto no es ninguna sorpresa, dado que el 90 por ciento del éxito es aparecerse en el trabajo. Los concienzudos llegan a tiempo, usan el hilo dental, hacen lo que se supone que hagan, son razonablemente motivados, buenos con el planeamiento y saben negarse a comer el caramelo ahora mismo. Estos atributos los convierten en precisamente el tipo de persona que está bien calificada para las instituciones gemelas del trabajo y el matrimonio.
Pero lo que sí es sorprendente, dados los considerables encantos de los concienzudos, es que no se mencionan. No es algo de lo que alguien se jacta. No es “cool” y definitivamente no es sexy.
En LinkedIn del Reino Unido sólo 92.000 de los 15 millones de su membresía admiten ser concienzudos. En contraste, casi 12 millones pretenden tener “habilidad con la gente” –sea esto lo que sea– mientras que más de 7 millones profesan ser creativos.
Esto prueba lo que ya sabemos, que la gente habla pura basura sobre sí misma en los sitios web dedicados a la carrera. Pero también prueba que hay muchos trabajadores concienzudos que están desesperada e inútilmente ocultando este talento.
Aun más desconcertante es que los empleadores parecen no tener interés alguno en contratar gente que sepa hacer las cosas bien. De todos los empleos anunciados en el sitio solo 200 especifican que la diligencia es algo que están buscando, mientras que 8.000 insisten que la pasión es un prerrequisito. Yo veo que Ernst & Young está tratando de contratar a un Asociado en Informática Forense apasionado mientras que JPMorgan busca un Oficial de Supervisión y Control apasionado, cuando lo que deberían estar buscando son candidatos concienzudos.
Tanto los empleadores y los candidatos están involucrados en una elaborada pretensión que insiste en que todos los trabajos van a ser significativos y creativos, lo cual es una tontería ya que todo el mundo sabe que la mayoría son rutinarios y requieren machacar una interminable pila de correos electrónicos aburridos.
En cuanto al matrimonio, la diligencia está aun más ausente en el proceso de contratación, lo cual es incluso más peligroso ya que es mucho más fácil despedir a alguien que divorciarlo. Yo nunca he oído a alguien decir: “lo que primero amé de mi marido fue su diligencia”. Igualmente, no es algo que se destaca en las citas por Internet. En el sitio de “The London Times” hay una larga lista de adjetivos sugeridos para describirse uno mismo –que incluyen leal, confiable, salvaje y volátil– pero ser concienzudo no aparece para nada.
Lo que se necesita es un cambio de marca de la característica. No hay que pretender que es “cool” o sexy; solo hay que darle el valor que tiene: es un atributo que se ocupa de que el trabajo y la vida funcionen correctamente.