El ministro de Economía y Finanzas, Pedro Francke, anunció que se intentaría unificar los regímenes tributarios como parte del próximo pedido de facultades al Congreso. Aunque desde hace varios años se ha reconocido la necesidad de contar con un único régimen escalonado que incentive el crecimiento empresarial y permita una mayor recaudación, poco se ha avanzado en esa dirección. La propuesta en principio es positiva, pero debería ser complementada con otras medidas vinculadas a la modernización de la Sunat, la revalorización de los beneficios de la formalidad empresarial y la reforma del mercado laboral.
Los dolores del crecimiento
En el Perú, existen cuatro regímenes tributarios para las empresas: el Nuevo Régimen Único Simplificado (NRUS), el Régimen Especial de Renta (RER), el Régimen MYPE Tributario (RMT) y el Régimen General (RG). La poca complementariedad que hay entre estos regímenes ha resultado en un sistema tributario complejo que genera diversas oportunidades para el arbitraje e incentiva el subreporte de ventas para eludir el pago de impuestos.
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A manera de ejemplo, se presenta el caso ficticio de Mi Emprendimiento (ME), una microempresa que opera bajo el NRUS. Sus dueños tributan una cuota fija de S/50 mensuales al Estado y no requieren llevar libros contables ni presentar la declaración anual de Impuesto a la Renta (IR). Sin embargo, durante el último año, las ventas de ME fueron S/100 mil, con lo cual superaron el límite contemplado por el NRUS (S/96 mil). Por lo tanto, al reportar sus ingresos a la Sunat, se verían obligados a cambiar de régimen, lo que implicaría un salto importante en el pago de sus impuestos. Pasar al RER, por ejemplo, duplicaría el monto que tendrían que tributar. El RMT y el RG requerirían un monto aún mayor.
Además, para los dueños de ME, cambiar de régimen significaría otros costos no tributarios, como el seguimiento de su actividad con mayor detalle. Por ejemplo, el RER requiere un registro de compras y ventas, mientras que el RMT y el RG exigen mantener libros contables. Así, los dueños de ME enfrentan un problema como consecuencia de su crecimiento. Si sinceran sus ventas y cambian de régimen, enfrentarán mayores costos. Por otro lado, si recurren a mecanismos para mantenerse en el NRUS, como subreportar parte de sus ingresos o escindir su empresa en Mi Emprendimiento I y Mi Emprendimiento II, estarán en seria falta.
Unificando los regímenes
El dilema de Mi Emprendimiento no es un problema aislado. Diversos estudios han demostrado que la poca progresividad que existe entre los cuatro regímenes desincentiva el crecimiento de las empresas (especialmente de las más pequeñas) y favorece la elusión y la evasión de impuestos. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las empresas tienen fuertes incentivos para subreportar ventas conforme se acercan al límite contemplado en el RER. En total, el Ministerio de Economía y Finanzas estima que, en el 2020, se incumplió el 50% de la recaudación potencial por IR, una tasa superior a la de Chile (31%).
En este contexto, unificar los regímenes tributarios contribuiría a una mayor recaudación fiscal e incentivaría la formalidad empresarial. Al respecto, Elmer Cuba, socio de Macroconsult, indica que el nuevo régimen debería ser escalonado para las MYPE. En otras palabras, los incrementos progresivos en las tasas de IR solo deben aplicar a las ganancias adicionales de las empresas (y no al total), eliminando así saltos abruptos en la recaudación. Para Cuba, un buen ejemplo sería el régimen tributario aplicado a los trabajadores de cuarta y quinta categoría.
Otros desincentivos a la formalización
Resulta clave entender que existen otros factores que desincentivan la formalización empresarial y el crecimiento, como costos laborales, administrativos y logísticos que no son claramente progresivos. El desinterés por formalizarse es claro: según cifras de la Encuesta Nacional de Hogares, más de la mitad de las empresas informales no se registran ante la Sunat (no poseen RUC) porque no lo consideran necesario.
Víctor Shiguiyama, exjefe de la Sunat, propone que, más allá de castigar el incumplimiento, se debe premiar a los buenos pagadores. Para ello, es importante revalorizar los comprobantes de pago, de modo que otorguen beneficios tanto a los que los reciben como a los que los emiten. Para llevar a cabo estas propuestas, el exjefe de la Sunat resalta la importancia de concluir la digitalización del sistema tributario, e impulsar su interoperación con medios electrónicos de pago. Por un lado, ello permitiría un mejor control y seguimiento de las operaciones de la empresa para los accionistas. Por otro, aseguraría el pago correcto de impuestos. Con los comprobantes de pago electrónicos, la Sunat podría calcular automáticamente los impuestos de las empresas, evitándoles llevar la contabilidad, permitiendo que los empresarios se concentren en hacer negocios.
Finalmente, la unificación de los regímenes tributarios contribuiría a la formalización empresarial, pero no necesariamente tendría un impacto fuerte sobre los altos niveles de informalidad laboral (76%) si no es complementada con una estrategia similar de simplificación y unificación de los distintos regímenes laborales que existen en el país.
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