Los estadísticos del mercado se están abalanzando unos sobre otros el 2018 para describir el dolor que se siente en todas las clases de activos. Una respetable firma lo expresa de esta manera: las cosas no han estado tan mal desde la presidencia de Richard Nixon.
Ned Davis Research divide a los mercados en ocho grandes clases de activos, desde bonos y acciones de Estados Unidos e internacionales hasta productos básicos. Y ni una sola está en camino de registrar un rendimiento de más del 5% este año, un fenómeno observado por última vez en 1972, según Ed Clissold, estratega de la firma.
En términos de pérdidas, los inversores han experimentado algo mucho peor. Pero guiándose por el abanico de activos que no logra ofrecer beneficios, el 2018 está empezando a parecer histórico.
Nada funciona, ni las acciones de alta o de baja capitalización en EE.UU., ni las acciones internacionales o emergentes, ni los bonos del Tesoro, ni los bonos con grado de inversión, ni las materias primas ni los bienes raíces. La mayoría de ellos registran bajas y los que no, lo están haciendo con porcentajes de ganancia inferiores al 5%.
Es algo único en la historia. Normalmente cuando un sector cae, otro sube. En medio de la catástrofe financiera de 2008, los bonos del Tesoro se recuperaron. En 1974, los productos básicos eran un punto brillante. En 2002, fueron los REIT. En 2018, no hay ningún sector al que dirigirse.
Clissold tiene un villano: el fin del estímulo de los bancos centrales.
“En los mercados ha habido preocupación sobre cómo los precios de los activos manejarán la eliminación de las políticas monetarias ultraflexibles”, dijo Clissold, estratega jefe para EE.UU. de Ned Davis Research, en una nota publicada la semana pasada. Durante instancias anteriores de turbulencia en el mercado, “en alguna parte había un mercado alcista”.
La Reserva Federal (FED) ha subido las tasas ocho veces desde 2015, y los encargados de formular políticas en Europa y Japón están reduciendo lentamente sus programas acomodaticios. Eso, junto con la preocupación por el crecimiento global, ha dañado la confianza de los inversores en todos los sectores.
Esta semana, el optimismo sobre una tregua temporal en la guerra comercial entre EE.UU. y China demostró ser de corta duración, ya que se afianzaron las preocupaciones desde el brexit hasta un aplanamiento de la curva de rendimiento y una desaceleración del crecimiento global. El martes, el índice S&P 500 registró su quinta caída de más del 3% este año.
En total, el índice S&P 500 ha subido un 1% en el año y la deuda con grado de inversión de EE.UU. ha perdido un 1,6%. Las acciones de las naciones en desarrollo han caído un 12%, mientras que el índice de rendimiento total del Tesoro de EE.UU. a largo plazo de Bloomberg Barclays ha bajado un 6,4%.