Este jueves se cumplió un año desde que Juan Guaidó, titular de la Asamblea Nacional Legislativa (ANL) de Venezuela, juró como presidente encargado del país caribeño. Doce meses después, su administración ha registrado algunos –tibios– resultados, principalmente en el respaldo ciudadano e internacional (más de 50 países lo reconocen como mandatario legítimo).
Si bien el choque entre Guaidó y el régimen de Nicolás Maduro se dio mayormente en el terreno político, hubo algunos roces en el campo económico y, particularmente, en el sector petrolero, donde el chavismo sufrió un duro golpe con la pérdida del control de Citgo, la filial estadounidense de la petrolera estatal venezolana PDVSA.
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LA BATALLA POR CITGO
Hasta hace un año, Citgo era uno de los principales compradores de petróleo de PDVSA. “Citgo puede procesar crudo pesado, que es el que proviene de Venezuela. Y es uno de los principales proveedores de derivados del petróleo –gasolina y combustibles– en el mercado estadounidense”, explica el periodista venezolano experto en economía Alessandro di Stasio.
En enero pasado, sin embargo, el gobierno de Donald Trump –que reconoce a Guaidó como mandatario– congeló los activos de PDVSA en EE.UU. (que ascendían a US$7.000 millones). Como consecuencia de las sanciones al régimen, Citgo dejó de comprar a PDVSA unos 600.000 barriles diarios; una cantidad crucial de los ingresos que recibía la compañía por sus ventas en el exterior (pues una gran cantidad de los barriles que exporta a Rusia y China sirve para amortizar las millonarias deudas con ambos países). Así también, el dinero de las operaciones de Citgo pasó a un fideicomiso al que tiene acceso la administración de Guaidó.
También el año pasado, la ANL nombró una nueva junta directiva de Citgo, que sustituyó a la nombrada en el 2017 y que lideraba Asdrúbal Chávez, primo del expresidente Hugo Chávez. “Ahora Citgo opera sin rendir cuentas a PDVSA y está buscando socios para reemplazar las importaciones de crudo venezolano y mantener sus operaciones”, resume Di Stasio.
El peso de Citgo en el campo petrolero no es liviano. Según la propia compañía, la producción de sus tres refinerías en EE.UU. alcanza los 769.000 barriles por día (BPD). Para tener una idea de lo que esto significa, en el 2019 el Perú, según Perú-Petro, produjo en promedio 52.984 BPD. Y, según fuentes de la OPEP, la producción de Venezuela el año pasado habría sido en promedio de 792.000 BPD. Es decir, Citgo produce a diario casi lo mismo que PDVSA. Esto último, no obstante, no habla tanto del buen rendimiento del primero como de la debacle del segundo.
PDVSA ENCRUDECIDA
“Cuando Chávez llegó al poder [en 1998], PDVSA producía 3,5 millones de BPD. Ahora, las estimaciones son de unos 700.000 BPD. Una caída dramática”, detalla José Guerra, economista y diputado de la ANL. ¿Qué explica este descalabro? “La falta de inversión, la corrupción, una deuda que no puede pagar, mercados financieros cerrados, etc.”, agrega el político. Durante años, el dinero que ganaba PDVSA se destinó a actividades que no tenían nada que ver con el rubro, “como la construcción de casas para los programas políticos del Gobierno”, cuenta Di Stasio.
Pero también está el agujero de la corrupción. En el 2018, una jueza de Andorra empezó a investigar a exfuncionarios de PDVSA que depositaron 2.000 millones de euros en la Banca Privada d’ Andorra entre el 2007 y el 2012. Meses después trascendió que Luis Bastidas, exgerente de Logística de PDVSA, había ocultado en el país europeo US$7 millones. Y hace poco, el expresidente de PDVSA Rafael Ramírez contó a la cadena Deutsche Welle que durante los diez años que presidió la petrolera se perdieron cerca de US$700.000 millones.
Además, PDVSA sufrió una fuga de talentos que fue tapiada con personal afín al chavismo. Di Stasio recuerda que en el 2002, “Chávez despidió por TV a gerentes y trabajadores de la empresa por participar en una protesta contra él. Ellos fueron reemplazados por otros identificados con el chavismo; la nómina pasó de 20.000 trabajadores a más de 125.000 hoy”.
SIN FINANCIAMIENTO
Como un efecto dominó, la crisis del sector petrolero remeció a toda la estructura económica venezolana. Esto debido principalmente a que el bolívar, como cualquier moneda, está respaldado en las principales actividades económicas del país. En el caso de la divisa venezolana, el petróleo es el jugador más importante. En consecuencia, al disminuir la producción y exportación de crudo en los últimos años, la moneda se ha debilitado.
Otro impacto de la crisis petrolera se siente en el financiamiento. Según Guerra, este es uno de los principales problemas del país, ya que casi no existe crédito interno ni externo. “Los ingresos por petróleo no alcanzan para financiar los gastos del Estado ni para pagar sus deudas”, señala.
Pero el financiamiento afecta también a los ciudadanos. El año pasado, el Banco Central de Venezuela (BCV) estableció una tasa de encaje del 100%. Es decir, que todos los depósitos que se realizan en las entidades bancarias deben ser guardados en efectivo en las bóvedas del BCV, por lo que los otros bancos no pueden disponer de dinero para actividades de intermediación financiera, como otorgar préstamos o créditos a empresas o personas naturales.
En resumen, “no hay crédito bancario en Venezuela”, señala José Antonio Gil, socio director de la encuestadora venezolana Datanálisis. “Desde hace un año, los bancos sobreviven en función de cobros por servicios como cargos por el retiro de dinero”, explica.
Para aliviar el malestar generado por el pobre valor de su moneda frente al dólar, Maduro propone para este año fortalecer el uso de la criptomoneda petro. Sin embargo, sería como seguir dando golpes en la llaga: el petro se encuentra respaldado por la futura producción petrolera. “Supuestamente es una criptomoneda, pero en realidad es una deuda”, resume Gil.