Algo extraordinario ocurrió tras la crisis financiera que estalló hace 10 años en Estados Unidos y se propagó por el mundo: América Latina evitó ser golpeada duramente por el colapso.
La forma en que la región logró escapar de los peores efectos de esa crisis contrasta con lo ocurrido en Estados Unidos y Europa, donde la Gran Recesión caló más hondo.
Lo que sucedía hace una década desentona con la propia historia de América Latina, tradicionalmente mucho más sensible a las crisis en los países desarrollados.
Se trata, por ejemplo, de la región del mundo en desarrollo que más sufrió la desaceleración en los países industrializados tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 en EE.UU.
Según Arturo Porzecanski, economista de la American University, 2008 pudo haber sido la primera vez desde la época de la independencia de los países latinoamericanos en que una gran contracción económica y calamidad financiera en el mundo industrializado ocurrió sin dejar una crisis de deuda, divisas o bancos en la región.
Y quizá esas experiencias previas hayan marcado la diferencia.
“Aprendimos muchas cosas”, dice Porzecanski a BBC Mundo.
UNA RECUPERACIÓN ASOMBROSALas diferencias entre el desempeño económico de América Latina y los países desarrollados tras la caída del banco de inversión Lehman Brothers en septiembre de 2008 son asombrosas.
Mientras que el crecimiento del PIB latinoamericano pasó de -1,9% en 2009 a 5,8% en 2010, en el “club” de países ricos de la OCDE registró una caída de -3,5% y un repunte de 2,9% respectivamente, según datos del Banco Mundial.
La tasa de desempleo en América Latina Latinoamérica bajó a 7,3% en 2010, cuando en Estados Unidos y la Unión Europea superaba el 9%.
Dos de los países latinoamericanos más castigados inmediatamente por la crisis fueron Argentina y México, con contracciones de sus PIB de -5,9% y -5,3% respectivamente en 2009.
Pero ambos también se recuperaron con relativa rapidez al año siguiente: la economía Argentina creció 10,1% y la de México, más conectada a la de EE.UU., se expandió 5,1%.
La crisis en Latinoamérica “no tuvo el tipo de consecuencias que eventualmente tuvo en Europa, donde países que nunca habían acudido al Fondo Monetario Internacional tuvieron que pedir su ayuda”, recuerda Porzecanski.
“Ni un solo país en América Latina tuvo que acudir al FMI”, señala.
Tampoco hubo necesidad de utilizar fondos públicos para rescatar bancos, como ocurrió en EE.UU. y Europa.
Según el economista, hay varias razones que explican lo que pasó en Latinoamérica: desde mejoras en la supervisión bancaria hasta una mayor flexibilidad de los regímenes cambiarios.
Además, la región había desarrollado nuevos mercados de bonos y acciones, que permitieron financiar a empresas y gobiernos durante la tormenta global.
Quizás más importante aún, las reservas de divisas de los Bancos Centrales latinoamericanos habían mejorado y los países reducido sus déficits fiscales gracias al auge de los precios de las materias primas, que incrementó los ingresos por exportaciones.
Eso permitió a la mayoría de los gobiernos reaccionar a la crisis con medidas económicas anticíclicas como nunca antes, con desembolsos en infraestructura, estímulos al consumo y transferencias de dinero a los más necesitados.
Mientras en EE.UU. y Europa la crisis provocó cambios de gobiernos, en varios países latinoamericanos los electores reeligieron a los presidentes o a las fuerzas políticas en el poder.
LA TENTACIÓN DE LA AUTOCOMPLACENCIA
A diferencia de lo que ocurrió en América Latina, en EE.UU. continúa hasta el presente el debate sobre si se debió evitar impulsar más medidas anticíclicas tras la crisis de 2008.
“El gobierno de (Barack) Obama cometió un error crucial en 2009 al no aplicar un estímulo fiscal mayor, más prolongado, mejor estructurado y más flexible. Si lo hubiera hecho, la recuperación de la economía habría sido más fuerte”, escribió hace unos días Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001.
Esto motivó una respuesta de Lawrence Summers, exasesor económico de Obama: “No le encuentro sustento al argumento de que era factible un estímulo fiscal considerablemente mayor. Y el intento de conseguirlo hubiera significado más demora, en medio de un derrumbe de la economía, con riesgo de que la expansión fiscal fracasara”, sostuvo.
Por otro lado, algunos economistas en países desarrollados llegaron a señalar a América Latina como un ejemplo de lo que podía evitarse con regulaciones bancarias más estrictas.
Claudio Loser, exdirector del FMI para América Latina, cree que “los países europeos y EE.UU. estaban totalmente expuestos porque el sistema financiero estaba sobreexpandido y sin suficiente protección”.
“Entonces la crisis pegó ahí muy fuerte”.
“En última instancia la política macroeconómica (en América Latina) fue mejor que la europea”, dice Loser a BBC Mundo.
Pero el escenario global ha cambiado desde entonces, con la caída en el precio de las materias primas, la recuperación económica de EE.UU. y su perspectiva de una guerra comercial con China, o nuevas crisis en países como Venezuela y Argentina, país este último que debió acudir al FMI para apuntalar su moneda.
Loser cree que la región en general se mantiene preparada ante la posibilidad de nuevas tormentas, pero advierte sobre el riesgo de la “autocomplacencia”.
“Uno de los peligros más serios”, señala, “es que piensen: 'manejamos bien una caída en los términos de intercambio y estamos inmunes'”.