James Dean, a pesar de estar muerto desde 1955, recientemente fue incluido en el reparto de una nueva película sobre la guerra de Vietnam, Finding Jack, programada para estrenarse en noviembre de 2020.
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Su papel de coprotagonista será generado por computadora a partir de imágenes y fotografías antiguas y otro actor pondrá la voz.
Este controvertido anuncio ha causado indignación entre muchos actores, como Zelda Williams (hija de Robin Williams), quienes creen que "revivirlo" es usar al actor como un títere. Algunos seguidores también opinan que "resucitarlo" es irrespetuoso con el ídolo muerto del cine.
Pero Dean no es la primera celebridad muerta que continúa actuando después de la muerte.
El músico estadounidense Nat King Cole cantó con su hija Natalie en el álbum de esta que ganó el Grammy en 1991, Unforgettable... With Love, y actuó en el escenario con ella a través de una pantalla de video.
Mientras tanto, el rapero estadounidense Tupac Shakur cantó en el escenario con Snoop Dogg y Dr Dre en 2012 y Michael Jackson actuó como holograma en los Billboard Music Awards en 2014.
Si, como dijo Dean, "la inmortalidad es el único éxito verdadero", entonces el éxito es alcanzable para un número creciente de celebridades fallecidas, que se han mantenido productivas y valiosas después de la muerte.
Pero algunas celebridades muertas valen más que otras.
RECONOCIMIENTO
Las celebridades poseen un valor simbólico y económico que se extiende más allá de la muerte a través de los productos que dejan atrás, como fotografías, películas, firmas y grabaciones de su voz, así como el personaje o la personalidad que presentaron a sus fanáticos.
Pero esta celebridad póstuma varía en valor. Para muchas mujeres famosas, las huellas que dejan poseen un valor sexualizado, igual que en vida, en relación con su juventud, belleza y sensualidad.
Gran parte de su valor simbólico y económico tiene que ver con sus cuerpos, por lo que la forma en que su legado se aprovecha después de su muerte refleja la desigualdad de género.
Las mujeres muertas venden productos feminizados como chocolates o perfumes.
Mientras tanto, el actor Steve McQueen vende autos Ford Puma y Albert Einstein promueve el pan Genius Bread ("Pan genio").
LA LISTA
La publicación de la revista Forbes de su Lista de Ricos Muertos (celebridades muertas con mayores ingresos) desde 2001 revela la forma en que la desigualdad de género va más allá de la tumba.
De los 52 famosos que han aparecido en el ranking en casi dos décadas, solo cinco han sido mujeres: las actrices Marilyn Monroe y Elizabeth Taylor, la modelo pin-up y chica Playboy Bettie Page, y las cantautoras Jenni Rivera y Whitney Houston.
Los hombres, incluidos Michael Jackson, Elvis Presley y Charles Schulz (creador de las historietas Peanuts), dominan consistentemente las primeras posiciones en la lista de Ricos Muertos.
Sus ganancias después de la muerte son asombrosamente altas en comparación con las de las mujeres.
Michael Jackson, quien murió en junio de 2009, ocupó el primer lugar todos los años desde 2010 (excepto en 2012), lo que ayudó a contrarrestar la tendencia de la representación insuficiente de artistas negros y étnicamente minoritarios.
Las ganancias de Jackson han sido inmensas, llegando a US$825 millones en 2016 debido a la venta de su mitad del catálogo de Sony/ATV Music, que poseía gran parte de la música de los Beatles.
En 2019, cayeron a su punto más bajo, con US$60 millones.
Monroe fue la mujer con mayores ingresos en 2019, con US$13 millones, lo que le permitió mantener el octavo lugar en la tabla por segundo año.
Forbes sugiere que para lograr una carrera póstuma financieramente exitosa ayuda ser un hombre blanco de EE.UU. o Reino Unido.
Pero ahora, las personas negras y de minorías étnicas tienen más probabilidades que en 2001 de ingresar a listas como la de Forbes, como lo ilustran Michael Jackson, Bob Marley, Prince y Whitney Houston, incluidos en rankings recientes.
VALOR PÓSTUMO
Pero incluso si están en el grupo de los ricos, los ingresos profesionales póstumos de Monroe, Taylor, Page, Rivera y Houston ilustran cómo las mujeres, los negros y las minorías étnicas continúan estando subrepresentados entre aquellos que obtienen altos ingresos después de la muerte.
Los casos de estas famosas revelan que el valor simbólico y económico de las celebridades después de la muerte está fuertemente influido por el género.
Las carreras póstumas de las mujeres famosas están limitadas a ser valiosas por su capital corporal (aunque según Forbes, Whitney Houston generó US$9,5 millones en 2019 por la venta de bienes raíces y reproducciones musicales y Jenni Rivera produjo ingresos póstumos en 2013 por venta de discos y de su autobiografía).
En cambio, los hombres tienen un buen historial de producir riqueza a través de los libros que escriben o la música y las letras que componen y poseen.
Pero el siglo XXI es testigo del surgimiento de mujeres famosas perceptivas y bien informadas que poseen las fuentes de producción de riqueza y que no están restringidas a su capital corporal.
Mujeres como Oprah Winfrey, las hermanas Kardashian y JK Rowling tienen un control firme de su valor económico y simbólico, que es algo que pueden llevar a la muerte.
Casi todas las posibles candidatas para futuras clasificaciones tienen una larga vida por delante, salvo enfermedades o accidentes, lo que significa que pasarán muchos años antes de que esta desigualdad de género en la muerte sea desafiada propiamente.
Tal como están las cosas, la desigualdad de género del capital corporal significa que para las mujeres famosas, la muerte no es el último gran igualador: la desigualdad continúa en la muerte.