La alerta de la Organización de Naciones Unidas (ONU) es clara: La tierra está ahora un 1,1 grados centígrados (°C) más caliente de lo que estaba al comienzo de la revolución industrial. No estamos en camino de cumplir los objetivos acordados en el Acuerdo de París de 2015 sobre el cambio climático, que estipulaba mantener el aumento de la temperatura global muy por debajo de 2°C o en 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales.
Para evitar un calentamiento por encima del 1,5 °C el mundo tendrá que reducir la producción de Emisiones de Gases de efecto Invernadero (GEI), mediante un menor consumo de combustibles fósiles en aproximadamente un 6% anual entre 2020 y 2030, entre otras acciones. “Muchos gobiernos ahora están avanzando en la dirección correcta. A principios de 2021, los países que representan más del 65% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono y más del 70% de la economía mundial, habrán asumido compromisos ambiciosos con la neutralidad del carbono”, sostiene la ONU.
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Un estudio realizado por dos investigadoras del Basque Centre for Climate Change, en el que analizaron los planes de adaptación de 59 ciudades costeras, entre las más grandes de todo el mundo, también hace un llamado de atención: Las ciudades no se están preparando adecuadamente para afrontar los impactos del cambio climático.
“Los planes de adaptación todavía son poco efectivos, entre otros factores, porque los procesos de financiación no están bien definidos, no se asignan responsabilidades suficientes, la naturaleza regulatoria de dichas políticas y planes es bastante escasa, no se genera ni utiliza adecuadamente el conocimiento sobre impactos y riesgos del cambio climático, y, por último, los temas de equidad y justicia social no están aún bien integrados”, afirma Marta Olazabal, coautora del informe.
En la investigación se evidencia que algunas ciudades se han esforzado más que otras en diseñar sus planes de adaptación. En este sentido, sobresalen los casos de Los Ángeles y Baltimore (Estados Unidos); Montevideo (Uruguay); Lisboa (Portugal) y Ulsan (Corea del Sur). Por su parte, entre las políticas que conseguían los peores resultados del análisis destacan las de Hong Kong y Shanghái (China), Sapporo (Japón), o Ciudad del Cabo (Sudáfrica).
Para conocer la magnitud del problema y adoptar las soluciones más eficientes, 11 ciudades de América Latina calcularon su huella de carbono, o inventario de emisiones de GEI, que es un indicador cuantitativo que refleja el impacto que tienen las personas, organizaciones, productos, eventos, etc., sobre el cambio climático.
El análisis por sector evidencia que el sector Transporte representa en promedio el 46% de las emisiones totales, seguido por los sectores Residencial, Comercial, Institucional más Residuos con 21% y, por último, el sector Industrial con 13%. El análisis per cápita muestra que las ciudades de Santa Cruz de Galápagos (Ecuador), Guayaquil (Ecuador), Tarija (Bolivia), Quito (Ecuador) y Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) tienen valores superiores al promedio, mientras Lima (Perú), Cali (Colombia), La Paz (Bolivia), Fortaleza (Brasil), Recife (Brasil) y Loja (Ecuador) tienen valores por debajo de la media de todas estas ciudades.
“Mediante el proyecto “Proyecto Huella de Ciudades” también medimos la huella hídrica, que es un indicador multidimensional de apropiación (uso, consumo y contaminación) de recursos de agua dulce, para fomentar la inclusión de los indicadores de las huellas en la planificación estratégica de los gobiernos municipales y definición de metas de reducción; identificar oportunidades de financiamiento verde en ciudades, entre otros. Los planes de acción podrían considerarse como potenciales portafolios de inversiones para cada ciudad. Considerando la implementación del proyecto en 11 ciudades de las fases I, II y III, se ha estimado un potencial de reducción de más de 100 millones de toneladas de CO2 al año 2032″, se afirma en el reporte editado por la Dirección de Sostenibilidad, Inclusión y Cambio Climático de CAF –banco de desarrollo de América Latina, líder de esta iniciativa.
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El cálculo de la huella de carbono que cada persona produce se puede calcular gratis aquí o a través de diversas aplicaciones en los dispositivos móviles.
La estimación de huella de carbono y huella hídrica en ciudades, permitió identificar 199 iniciativas en reducción de huella de carbono y 97 en huella hídrica de manera conjunta y concertadas con los gobiernos municipales. Entre ellas destacan: Barrios ecoeficientes en La Paz; aprovechamiento de biogás en el relleno sanitario Las Iguanas en Guayaquil; el proyecto Corredor Verde Fase III (Etapa 1) en Cali; el diseño e implementación de seis microplantas descentralizadas de tratamiento de aguas residuales en Tarija; y la reducción de la descarga de efluentes contaminados en el río Jiquiá en Recife.
El proyecto incluyó la implementación de acciones piloto con potencial de escalamiento y replicables al contexto de otras ciudades latinoamericanas para el desarrollo de estrategias municipales de mitigación y adaptación al cambio climático. La aplicación de estas u otras iniciativas con fines similares ayudará a combatir el calentamiento global, promover la neutralidad de carbono y lograr ciudades más resilientes en beneficio de todos.
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