Cuando se anunció que Donald Trump había conseguido lo imposible y se convertiría en el primer presidente en funciones de EE.UU. en reunirse con su par norcoreano (Bill Clinton, tras dejar la Casa Blanca, se reunió con el padre de Kim Jong-un), los republicanos empezaron a proponerlo como candidato para recibir el Premio Nobel de la Paz. Los mercados, sin embargo, no reaccionaron ante la noticia.
No obstante, después de que el presidente estadounidense decidió unilateralmente que la ansiada cumbre quedaba suspendida hasta nuevo aviso, la incertidumbre se apoderó de los inversionistas y los mercados bursátiles corrigieron.
La justificación para estas reacciones tan dispares es que, antes de que se anunciara la reunión, Corea del Norte y las negociaciones comerciales EE.UU.-China se consideraban temas independientes, pero luego del anuncio, se especuló que Trump evaluaría la voluntad de colaboración de China en función al desenlace que tuviera la reunión con Kim Jong-un. Dado que todavía no hay certeza acerca de si la reunión se llevará a cabo, se mantiene la incertidumbre sobre lo que sucederá en el plano del comercio exterior entre EE.UU. y China.
Tampoco hay claridad con respecto al futuro del Nafta, más aun cuando el inicio de junio marcó el fin del período que exoneraba a Canadá, México (y a los países de la zona euro) del pago de aranceles para sus exportaciones de acero y aluminio a EE.UU. Hasta ahora no se ha anunciado un aplazamiento en la entrada en vigor de estos aranceles y más bien los países perjudicados ya anunciaron que tomarán represalias. ¿Cómo se puede negociar con alguien con quien, por un lado, tratas de encontrar consensos mientras, por el otro, recibes golpes bajos?
Para un presidente que se jacta de ser un “cerrador de acuerdos”, sus técnicas de negociación dejan mucho que desear. Tal vez el mundo de los bienes raíces que Trump conoce tan bien sea distinto, pero cuando se negocian acuerdos comerciales con otros países, hay relaciones de largo plazo en juego. Y no se puede empezar una relación de largo plazo saltándole a la yugular a la contraparte.
La última pieza del rompecabezas que hay que entender para darle sentido al entorno actual tiene que ver con la FED. En las últimas semanas muchas personalidades del banco central, incluyendo miembros del FOMC (comité que vota sobre los niveles de tasa de interés), han estado ofreciendo sus opiniones sobre el futuro de la política monetaria en EE.UU. Como sucede casi siempre, estas opiniones no son homogéneas y algunas están más alineadas con el pensamiento de mercado que otras.
En efecto, cada vez que alguno de estos banqueros considera que el FOMC debería subir su tasa de referencia tres veces más en este 2018, los analistas se preocupan, ya que el consenso de mercado es que solo debería haber dos subidas más. La situación se complica porque las cifras macro, que habían empezado el año muy fuertes, se han empezado a estabilizar. En ese sentido, la tercera subida de tasa debería producirse solo si la economía retomara la fortaleza de inicios de año. Si se produjera en cualquier otro escenario, la FED estaría corriendo el riesgo de aplicarle un frenazo a una economía cuando aún no lo necesita.
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