En el Perú requerimos de consenso y unidad. Históricamente hemos sido poco capaces de gestar un mínimo de políticas de estado sostenibles y hoy –como prueba de que no hemos cambiado– nos damos el lujo de mostrar incompetencia para acompañar racionalmente el pedido de facultades extraordinarias solicitadas por un gobierno de turno.
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Con dos ejemplos trataré de sustentar esta preocupación. El primero, asociado a la solicitud de modificación a la Ley de Prudencia y Transparencia Fiscal. Cierto segmento de nuestros políticos en el Congreso, apoyados por opiniones de “especialistas”, han mostrado su preocupación frente a la posibilidad de dejar de trabajar con una meta fiscal estructural, dado que esta – teóricamente - permitiría alinear mejor el gasto público con el segmento de los ingresos fiscales de naturaleza permanente. Además, han tratado de fomentar la idea que estamos a punto de caer en niveles extremos de endeudamiento en caso de propiciar mayor inversión mediante las Asociaciones Público Privadas.
Nada de ello es, en estricto, correcto. En el Perú, a pesar de que dicha meta estructural se aplicó, la misma no evitó ser procíclicos cuando no lo debimos ser; no acompañó las acciones apropiadas para canalizar transparentemente el ahorro público mediante el fondo de estabilización fiscal; tampoco constituyó el marco adecuado sobre el cual se desarrolle eficientemente la inversión pública supranacional. Entonces, ¿por qué esta preocupación extrema a favor de lo que no ha funcionado como lo hubiéramos esperado? Disciplina fiscal y consenso sí, posiciones extremas no.
El segundo ejemplo es la solicitud de alinearnos a los estándares internacionales en cuanto al levantamiento del secreto bancario y reserva tributaria a favor de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF). La opinión pública desconoce que nuestra normativa vigente es una de las pocas en el mundo que no permite contar a su UIF con los elementos necesarios para disponer eficientemente de información de personas o entidades sospechosas en lavado de activos.
Debemos estar atentos a identificar a quienes camuflan intereses ocultos bajo el pretexto de evitar que se mellen nuestros derechos fundamentales amparados en una interpretación extrema de nuestra Constitución. Una economía como la peruana plagada de informalidad, desigualdad, corrupción e inseguridad, no puede darse el lujo de seguir siendo laxa en la lucha contra el lavado de dinero y narcotráfico, y mantenernos desalineados con relación a las prerrogativas que sí tienen las UIF del mundo.
¿Queremos seguir siendo la excepción del mundo y seguir siendo mal vistos? Este Congreso debe buscar una solución consensuada y transparente en el tema.
Necesitamos consensos, entendimiento y madurez de nuestro frente político. Tenemos que evitar la oposición por la oposición. Necesitamos aprobar las facultades extraordinarias solicitadas y, también, aceptar que el Legislativo tiene derecho, sin llegar a minar las propuestas, a mejorarlas.
Solo el consenso y entendimiento político nos llevarán al éxito económico más allá del 2021. De tener éxito tendremos dos ganadores en el escenario político; de tener problemas, el fracaso será del país.
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