El informe del Consejo Fiscal del pasado 26 de abril reporta varias buenas noticias. En primer lugar, en el 2018 el déficit fiscal se redujo a 2,5% del PBI, del 3,1% observado en el 2017. Este resultado está en línea con el ambicioso objetivo de llegar a un déficit de solo 1% del PBI en el 2021.
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Creo que los peruanos que padecimos la hiperinflación de fines de los años ochenta entendemos la importancia de tener las cuentas fiscales equilibradas. Esta mejora se debe en parte a un incremento de los ingresos del Gobierno Central. Luego de tres años de caídas consecutivas, los ingresos subieron hasta representar el 19,5% del PBI.
El riesgo es que esta mejora sea por factores coyunturales y no estructurales. A pesar de estas buenas noticias, este nivel de ingresos es insuficiente para atender las demandas de gastos en sectores sociales como educación o salud. No podemos quedarnos en un nivel de ingresos del 20% del PBI. Necesitamos incrementar este nivel para poder atender mayores gastos sin romper el equilibrio fiscal.
La presión tributaria en el Perú, es decir, el porcentaje que representan los impuestos del PBI, es baja comparada con otros países de la región con un nivel similar de desarrollo. El presupuesto nacional para el 2019 ha destinado 3,8% del PBI al sector educación. El promedio de gasto en este sector en América Latina es del orden del 4,8% del PBI. El gasto per cápita del Perú en un alumno en educación pública es ligeramente inferior a los US$1.000 por año. En el sector privado peruano se gasta en educación 6,5 veces más que en el sector público, lo que está más en línea con el gasto educativo de los países de la OCDE.
Esta brecha da una idea del requerimiento. Si bien durante los últimos tres años se ha venido incrementando el gasto en el sector educativo a un ritmo del 14% anual, claramente este esfuerzo debería mantenerse en el tiempo por varios años.
Creo que los peruanos entendemos que el acceso a una buena educación es un elemento crítico para mejorar el nivel de vida. A nivel nacional, también es indispensable para poder crecer sostenidamente con mejoras continuas de la productividad. Sin embargo, este convencimiento sobre la importancia de la educación no va de la mano con la convicción de tener que invertir más recursos públicos en ella. Especialmente dada la necesidad de inversión en infraestructura educativa a nivel nacional.
Como ya he mencionado en un artículo anterior, el 38% de los 55 mil colegios públicos a nivel nacional requieren ser reconstruidos. Adicionalmente requieren equiparse adecuadamente con luz, agua e Internet.
Hay que mantener el equilibrio fiscal. Es importantísimo. Pero también debemos gastar más. La única forma es incrementando los ingresos.