Los impuestos no son, como muchos creen, una suerte de ‘derecho natural’ del Estado. Son una carga sobre los ciudadanos.
Por eso, los impuestos deben ajustarse a normas. La Sunat ha tenido por años incentivos para interpretar estas normas de manera draconiana y hasta abusiva. El Gobierno ha prometido cambiar eso, pero parte del legado de casi tres décadas de vocación persecutoria son los juicios multimillonarios con decenas de empresas. Hoy esos montos no son deudas, como tantos acusan en redes sociales y medios de comunicación. Algunos lo serán en el futuro, cuando un juez lo decida. Otros nunca.
Además de legales, los impuestos deben ser legítimos. Sobre todo en un país que necesita aumentar su presión tributaria para cerrar brechas y para atender una reconstrucción de gran escala.
Con reformas tributarias se puede cobrar más impuestos, pero no darles legitimidad. Los contribuyentes necesitamos ver que el dinero que se nos quita es bien utilizado. La emergencia por El Niño costero puede ser una gran oportunidad para aumentar esa legitimidad. O para destruirla.
Si hubo gastos en prevención y en mejora de la capacidad de respuesta ante desastres que mitigaron la catástrofe, le compete al Estado destacarlos. Las geomallas, las defensas ribereñas y los puentes Bailey no los pagó una gestión determinada: los pagamos los contribuyentes. Si sirvieron de algo, merecemos saberlo.
Corresponde también hacer una auditoría de lo que se pudo hacer mejor y de lo que faltó hacer. Merecemos tener una hoja de ruta de cómo se gastarán los impuestos que pagaremos en el futuro para mejorar nuestra resiliencia. No se trata solo de El Niño: también de resistir sismos, friajes y otros embates. Y no se trata solo de obras de cemento: también de organización territorial, de planificación urbana y de gestión financiera de riesgos catastróficos.
Anímicamente, la reconstrucción dependerá de que sigamos siendo Una Sola Fuerza. En términos más prácticos, también dependerá de que sigamos financiando Un Solo Bolsillo, el del Estado, que debe ganarse día a día el derecho a cobrarnos impuestos.