¿Sería posible recuperar una parte importante de nuestro tiempo para invertirlo en trabajo estratégico y de mayor valor? La respuesta es sí, especialmente con automatización.
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Hay tecnologías que son capaces de transformar empresas e impactar procesos desde el minuto uno de su uso. Que marcan un antes y un después. Y si las analizáramos todas, la automatización se llevaría el primer lugar. Durante décadas, ha contribuido a la transformación de la mayoría de las industrias, desde la manufactura hasta las transacciones bancarias y las refinerías de petróleo. Ahora llegó el momento de su auge.
La automatización apunta a digitalizar tareas simples y rudimentarias, para agilizar procesos y centralizar funciones. Por lo general, se hace mediante software dedicado o robots autónomos capaces de cumplir con estas tareas. Y es que, según IDC, el 80% de las organizaciones estiman que tienen hasta 1.000 aplicaciones en su portafolio, lo que lleva a una gestión tecnológica cada vez más compleja y poco fácil de centralizar.
Su implementación en el Perú ya es una realidad y este año tiende al crecimiento. Las empresas localmente están detectando que la automatización aumenta su eficiencia, disminuye costos y optimiza el tiempo de los colaboradores, que, en algunos casos, se traduce en la reducción de un 80% de los procesos manuales.
Por ejemplo, en la atención al cliente, los asistentes virtuales automatizados y potenciados por inteligencia artificial pueden reducir los costos, al tiempo que empoderan tanto a los clientes como a los agentes humanos, lo que crea una experiencia de atención óptima. Cifras de IBM indican que la automatización puede traer una reducción de 6 veces en el tiempo de respuesta del servicio de atención al cliente.
Es clave reconocer que la automatización es un desarrollo incremental. Mientras se coloque bien la primera pieza, se empezará a desarrollar la siguiente, creciendo y mejorando el sistema a medida que se va aprendiendo lo que funciona y lo que es necesario optimizar.
En esta línea, un tema no menor es que este proceso debe estar acompañado por una transformación cultural desde el corazón de las empresas: las personas. Entender que la automatización está al servicio de los colaboradores, y no al revés, es vital para que haya una adopción más ágil y consciente, que permita a todos valorar que esta tecnología transformará la manera en que trabajamos.
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