Se está escribiendo un nuevo capítulo en la historia chilena. Lo que empezó con una serie de protestas por el aumento en el precio del boleto del Metro de Santiago, creció a marchas multitudinarias en las que participaron más de un millón de personas, motivó al presidente Sebastián Piñera a anunciar que estaba “en guerra contra un enemigo poderoso” (para luego pedir perdón a la ciudadanía), y ya cuenta con al menos 27 muertos y dos meses de contracción económica, podría llevar ahora a que el país del sur estrene muy pronto otra Constitución.
Así, el próximo 26 de abril se llevará a cabo un plebiscito en Chile para determinar si se establece un proceso constituyente para redactar una nueva Carta Magna. Lo que a grandes rasgos se cuestiona es que la economía de mercado en ese país no habría logrado reducir lo suficiente la desigualdad (además de incluir diversas críticas al sistema previsional, al de salud y a los costos de vida).
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El reclamo no es nuevo. Un informe de la OCDE, publicado en el 2018, alerta que los niveles de desigualdad en el país vecino son bastante altos. Según este estudio, la diferencia en Chile entre el decil de ingresos más altos y el de ingresos más bajos es considerablemente mayor que la de los países que integran la OCDE: 2,8 veces vs. 2,0 veces en promedio (el contexto es importante, ya que esa organización está constituida por naciones desarrolladas como Australia, Canadá o Noruega).
Pero, tan importante como lo anterior, el informe también explica que en las últimas décadas la reducción de la desigualdad y la pobreza en Chile ha sido de las más rápidas entre los miembros de la OCDE. Y que las diferencias económicas en ese país son menos acentuadas que en otras economías de la región (como Brasil, México o Costa Rica, por ejemplo).
Entonces, no es que las cosas hayan ido mal sino que, de acuerdo con las expectativas de un sector de la población, no han ido ‘lo suficientemente bien’. Por ello, pese a tener la data socioeconómica como respaldo, en la nación ejemplo de progreso institucional y económico del continente continúa el descontento popular.
¿Y cómo podría aterrizar esto en el Perú? A pocas semanas de una elección congresal y a meses de que se inicie la campaña presidencial,el riesgo es que más de un candidato local busque sacar provecho de la situación chilena para que su proceso constituyente haga eco en el país. ¿Estarán pensando en eso los políticos que en los últimos años desfilaron por el Congreso exigiendo cambiar el capítulo económico de la Constitución?