Luego de la explosión de la crisis financiera del 2008, la Reserva Federal (FED) se embarcó en un programa muy agresivo de estímulo monetario, el cual consistió en inyectar una enorme cantidad de liquidez al mercado (cerca de US$3,6 trillones) y al mismo tiempo reducir la tasa de interés de 4,25% a 0%. Ello, con el fin de evitar una crisis aún más grave de la que se vivía en ese entonces.
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Este fuerte programa de estímulo monetario dio resultados, pues la economía de Estados Unidos (EE.UU.) tuvo una lenta recuperación. Ante señales claras de recuperación económica, en diciembre del 2015, la FED subió la tasa de interés a 0,25% poniendo fin al ciclo de siete años de tasa en 0%. Este fue solo el inicio, pues entre el 2016 y 2018, la FED subió ocho veces más su tasa de interés hasta llegar a un nivel de 2,5%.
Durante los últimos años, se pensó que el ciclo de subida de tasas iba a continuar con fuerza en los próximos dos años hasta un nivel de equilibrio superior al 3%. Ello en la medida en que el crecimiento económico se estaba reflejando en cifras bastante sólidas con un nivel de desempleo en su punto más bajo en 50 años.
La economía de EE.UU. ha estado creciendo de manera robusta en los últimos años y en mayor medida en los últimos trimestres gracias al impulso fiscal de Trump. Ello justificaba el incremento progresivo de tasa de interés por parte de la FED para equilibrar la economía. Sin embargo, las perspectivas de crecimiento económico ya están cambiando.
Si bien la economía sigue fuerte, la tasa de crecimiento esperado se está desacelerando y al mismo tiempo han surgido algunos riesgos adicionales que podrían complicar el crecimiento futuro. La tensión comercial entre EE.UU. y China es el principal riesgo, y esto podría seguir escalando con un impacto material en el crecimiento económico.
Esta semana, la FED realizó la última subida de su tasa de interés programada para este año, y al mismo tiempo redujo su proyección de crecimiento de la economía de 2,5% a 2,3% para el 2019, dejando entender de que el ciclo expansivo de política monetaria podría estar llegando a su fin.
No sería prudente por parte de la FED, que tiene como objetivo doble mantener la tasa de inflación y el nivel de empleo en niveles aceptables, seguir subiendo la tasa ante una desaceleración económica, pues esto no haría más que maximizar el ciclo recesivo.
Uno de los principales errores de política económica en 1929, una de las mayores crisis financieras de la historia, fue subir la tasa antes de tiempo. Justamente luego de esa experiencia la FED se demoró siete años en subir su tasa luego de la crisis del mercado hipotecario iniciada en el 2008, lo cual fue bastante acertado. Sin embargo, un error de política monetaria en este contexto podría ocasionar una desaceleración bastante fuerte.