La minería se viene recuperando luego de un escenario tan complejo y sin precedentes, no visto al menos en el último siglo, ocasionado por la pandemia del COVID-19. Luego de este año difícil para la economía, y de la cual todavía seguimos pasando estragos, nos enfrentamos a un nuevo reto, la segunda vuelta para las elecciones presidenciales para el periodo 2021-2025. Y si bien hemos encontrado posiciones divididas, la minería es uno de los principales motores del país, pues en el 2020 representó el 10% del PBI nacional.
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Un dato importante es que la minería, junto con los precios del cobre y los metales en general, ayudan al país a enfrentar la situación fiscal, más ahora dado el incremento del gasto público dispuesto por el Gobierno para recuperarnos de la pandemia. Este sector ha tenido importancia para mantener los balances macroeconómicos, dar recursos fiscales (construcción de hospitales y colegios), fortalece las reservas e incentiva la generación de empleo, tanto directa como indirectamente, y sobre todo en la etapa de inversión minera.
Algo que hay que tener muy en cuenta es que, a comienzos de año pasamos por un nuevo “superciclo” en el precio de los commodities y, además, los precios de los metales preciosos se mantienen en niveles relativamente altos. Pero si tenemos que hablar de un metal que particularmente está alto, este es el cobre. Recientemente llegó a máximos de 10 años en US$4,30 por libra. Debido a estos precios, el cobre podría acabar el año con un promedio de US$3,73 por libra.
Si bien la actividad minera cayó 2,2% en febrero del 2021, gracias a los precios, las exportaciones mineras se incrementaron en 15,3% en el mismo periodo, comparadas con el mismo periodo del 2020, según cifras del Banco Central de Reserva (BCR).
Va a ser muy importante la puesta en marcha de los tres megaproyectos que están enfocados en este metal: Quellaveco de Anglo American, Ampliación Toromocho de Chinalco y Mina Justa de Marcobre -que iniciaría su producción en el segundo trimestre del año. Incluso podría haber más proyectos, pero la demora de los trámites administrativos y los conflictos sociales desalientan a potenciales inversionistas. Por el impacto en todos los sectores mencionados, es trascendental que el Gobierno entrante pueda incentivar nuevos proyectos y destrabar aquellos que se dejaron sobre la mesa, incluso desde hace varios años.