Los jóvenes en el Perú enfrentan un panorama cada vez más adverso debido a la escasez de oportunidades laborales y a la precarización del mercado de trabajo. Este complejo escenario, agravado por la desaceleración económica y el aumento de la inseguridad ciudadana, ha llevado a que el 62% de los jóvenes consideren emigrar en busca de un futuro más prometedor, según una encuesta del IEP.
Aunque en los últimos meses la economía peruana ha mostrado tasas positivas de crecimiento, la recuperación no ha sido suficiente para revertir los efectos de la crisis. Los datos de empleo del último trimestre móvil (abril-mayo-junio) en Lima Metropolitana revelan que la PEA ocupada entre los jóvenes sigue un 11% por debajo de los niveles prepandemia, mientras que el empleo adecuado en este grupo ha disminuido un 29,3%.
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Esto no solo indica que hay menos jóvenes trabajando, sino que muchos de los que lo hacen están atrapados en empleos precarios e informales.
Si bien es fundamental lograr un mayor crecimiento económico para fomentar la creación de puestos de trabajo, también es crucial implementar políticas específicas dirigidas a los jóvenes. En particular, estas políticas deben centrarse en mejorar las habilidades que demanda el mercado laboral. Según un estudio del BID y EsHoy, el 79% de las empresas enfrentan dificultades para cubrir vacantes en el ámbito digital, lo que evidencia una brecha considerable entre la formación que reciben los jóvenes y las necesidades actuales del mercado.
Sin oportunidades y ante la falta de experiencia, el sector informal se convierte en la puerta de entrada al mercado laboral: actualmente, 8 de cada 10 jóvenes trabajan en la informalidad.
En este contexto, la educación técnica superior se presenta como una valiosa oportunidad para los jóvenes. La empleabilidad de los profesionales técnicos ha aumentado significativamente en los últimos años, impulsada por la menor duración de los estudios y la alta especialización en áreas de alta demanda. Además de las habilidades técnicas, es esencial que los jóvenes desarrollen habilidades blandas, que son igualmente importantes para lograr un perfil profesional competitivo.
Si no tomamos medidas urgentes para mejorar las oportunidades laborales de los jóvenes, seguiremos desperdiciando talento. En su reciente Mensaje a la Nación, la presidenta destacó el balance positivo de tres plataformas de capacitación para jóvenes, pero no presentó políticas específicas para abordar la menor contratación de este grupo en el mercado laboral. Peor aún, decisiones como el licenciamiento permanente de universidades desincentivan la mejora continua en la calidad educativa, afectando directamente la formación de los jóvenes.
Es hora de actuar. El gobierno, el sector privado y las instituciones de educación superior deben trabajar juntos para cerrar las brechas existentes y asegurar que nuestros jóvenes tengan un futuro en Perú. Es urgente atender la persistente desconexión entre las competencias y exigencias del mercado laboral y la oferta educativa. No podemos seguir desaprovechando el talento de millones de jóvenes que necesitan oportunidades para salir adelante. Esta situación no solo afecta la productividad de las empresas y la competitividad del país, sino que también compromete el desarrollo económico sostenido en Perú.